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El bar Pompeya de Terrassa abrió en febrero de 1933

El 25 de septiembre de 1962 Terrassa sufrió la tragedia más grande de su historia. Las fuertes precipitaciones de aquella noche provocaron miles de destrozos materiales y, lamentablemente, también muchas víctimas mortales. Cada año, en Terrassa se recuerda este trágico hecho y se rememoran imágenes y testimonios de aquellas horas infernales.

En este artículo, sin embargo, pondremos la lupa en la historia de un establecimiento muy famoso entonces. El bar Pompeya también fue víctima de la fuerza de la riada. El agua entró e inundó los bajos del local. Desde aquella fecha, nunca más se jugó en las mesas de juego que había situadas en el sótano. En el bar se jugaba a las cartas y al dominó y los juegos más populares eran: la manilla, el subastado y el “julepe”.

El nombre de Pompeya se le puso en honor a las ruinas de la ciudad romana

El nombre de Pompeya se le puso en honor a las ruinas de la ciudad romana y después de la riada bien parecía que había quedado igual. El Bar Pompeya se inauguró en febrero de 1933 (con el nombre catalanizado de Pompeia con i latina) y estaba situado en la plaza de Anselm Clavé. Ya antes de la guerra se anunciaba que allí estaba la parada de taxis. Lo curioso del caso es que su propietario, Sebastián, era taxista y hasta 1962 mantuvo el taxi como segunda profesión.

Antes de la guerra el local era muy pequeño

Antes de la guerra el local era muy pequeño y hasta después no se reformó con los ventanales que daban a la calle. Por este bar pasaron personajes muy famosos, de los que podemos citar: Lola Flores y su pareja, Manolo Caracol, los boxeadores Luis Romero y Antonio Soldevilla que fueron campeones de España, los cantantes Antonio Molina, Raimond o Bruno Lomas y muchos jugadores del Barça y del Espanyol.

El domingo 17 de febrero de 1974 cerró sus puertas y su propietario, Sebastián Palos i Querol, vio cómo quedaban atrás 41 años de historia de este emblemático local terrassense. El establecimiento fue derribado para construir unos pisos que hoy conocemos con el nombre de edificio “Gutemberg”. ¿Sabéis cuál era el deseo del Sr. “Sebastián”? Pues precisamente que al nuevo edificio le pusieran el nombre de Pompeya.

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