En un anuncio antiguo (1912) se informa que en la Rutlla, número 25, había una casa de baños que llevaba el nombre de Antonio Bruguera. Gracias a los conocimientos aportados por el amigo Rafel Comes, sabemos que este señor a principios del S.XX tenía dos almacenes de materiales para la construcción, uno en la calle de Galileu 75 y la otra al de la Rutlla 25, tal y como podemos ver en un albarán de 1912. En junio de 1912 decidió concentrarlos los dos en la calle de Galileo (lo podemos ver con un anuncio posterior donde ya solo sale esta dirección) y en el local que le quedó vacío a la Rutlla decidió abrir este establecimiento de baños que mantuvo abierto como mínimo hasta el verano de 1919.
Baños de primera y de segunda
Lo más curioso del anuncio de la casa de baños es la descripción del servicios que se ofrecen: de entrada ya vemos dos categorías, baños de primera y de segunda. No tenemos conocimiento de cual era la diferencia pero por lo que se sabe de las casas de baño se ofrecían baños con bañera y duchas y quizás aquí radicaba la diferencia. Lo que es más extraño es la diferenciación entre baño con ropa y sin ropa. Aquí podemos pensar que se refiere al hecho de facilitar las toallas o no, pero también existe la posibilidad de que se refiera al hecho de poder lavarse la ropa puesto que se sabe que algunos de estos establecimientos además de baño personal ofrecían el servicio de poder lavar la ropa.
Tenemos que tener presente que a principios de siglo XX había pocas casas en la ciudad con un cuarto de baño
Tenemos que tener presente que a principios de siglo XX había pocas casas en la ciudad con un cuarto de baño y muchas menos con bañera (la mayoría solo tenían una común, situada normalmente fuera de la vivienda). Bien, de hecho había todavía muchas que no tenían ni tan solos agua corriente en casa y tenían que usar el agua del pozo o ir a buscarla en las fuentes. Así pues, el hecho de bañarse era todo un lujo y por eso tenían sentido los servicios de estas casas de baños. Hoy todo esto cuesta de imaginar pero mi abuelo cuando se hizo su casa en Terrassa, en los años 30, toda el agua que tenía la tenía que extraer de un pozo que tenía en el patio.