El Tribunal Supremo ha confirmado 24 años de prisión por el hombre que mató a su mujer clavándole más de un centenar de cuchilladas en un piso del Vapor Gran de Terrassa el julio de 2019. El tribunal ha rechazado aplicar la atenuante de estado pasional al descartar que el hecho que ella le dijera que quería que se suicidara pudiera justificar el crimen, que fue una reacción «absolutamente desproporcionada». Así lo recoge la sentencia consultada por Europa Press.
Los magistrados han considerado que no se cumplen los requisitos necesarios por aplicado la atenuante, de tal manera que han decidido desestimar el recurso. El autor del crimen, Manel Pérez, declaró que unos instantes antes de matar a su mujer, Eva Abad, ella le dijo que se suicidara, momento donde expone que perdió el control y la asesinó a puñaladas -concretamente, 102- con el cuchillo con el cual estaba cortando queso.
El tribunal considera que la reacción del asesino fue «absolutamente desproporcionada»
Pero el tribunal sostiene que «la frase proferida por la víctima, a pesar de poder ser hiriente, no es suficiente para atenuar el desproporcionado desarrollo ulterior de la ejecución de estos hechos, puesto que aunque fuera cierto que la víctima dijera al acusado que el que quería era que se suicidara, no podría nunca considerarse como un estímulo suficiente para detonar la reacción del acusado». Así pues, se mantienen los 24 años de prisión para Pérez.
El hombre clavó 102 puñaladas a su mujer
Los hechos tuvieron lugar el julio de 2019. En declaraciones ante la Audiencia de Barcelona durante el juicio celebrado el febrero de 2022, Pérez explicó que aquel día se levantó y fue a la cocina a deseñunar, donde se encontró Abad, que trabajaba como médica en el CAP Est de Terrassa. Él se puso a cortar queso y tuvieron una breve conversación sobre unas pastillas que él se tenía que tomar por la depresión, puesto que ella era doctora. Fue en este momento cuando, según su testigo, ella le dijo que no le importaba que se suicidara.
Pérez asegura que entonces perdió el control y le espetó 102 puñaladas entre el cráneo, el cuello y la parte superior del tórax. Además, la acusación del fiscal exponía que la apuñaló con dos manos, con el cuchillo en una y con la otra cogió unas tijeras, con la intención de “causarle un mayor sufrimiento”, según la sentencia. Después de matar a Abad, el hombre se presentó a la comisaría de la Policía Nacional en Terrassa, a pocos metros de su piso, y confesó que la había matado.
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