El general Franco visitó Terrassa en cinco ocasiones. Su primera visita fue el 27 de enero de 1942, cuando la ciudad celebraba el tercer cumpleaños de su liberación. Después de un apoteósico recibimiento por las calles de Terrassa con gran aclamaciones de “¡Franco, Franco!”, fue recibido en el Ayuntamiento por el alcalde, Joaquim Amat, el cual, en el salón de sesiones, le impuso la Medalla de Oro de la Ciudad, la primera que se concedía desde su reciente instauración. Su salida al balcón consistorial fue un ruido de aclamaciones hacia su persona, y su parlamento era interrumpido constantemente por los clamores de adhesión. Después de la recepción y de pasar revista a una formación de falangistas, las autoridades visitaron la empresa SAPHIL y la Escuela Industrial, para devolver seguidamente en Barcelona.
El alcalde Alfons Vallhonrat lo recibió en el Salón de Plenos con palabras de agradecimiento y de adhesión
El 21 de mayo de 1947 volvía en Terrassa, y se repitieron las manifestaciones de entusiasmo. El alcalde Alfons Vallhonrat lo recibió en el Salón de Plenos con palabras de agradecimiento y de adhesión. Esta vez la visita fue a la delegación Comarcal del Frente de Juventudes, donde pudo observar una exposición de los proyectos urbanísticos que se estaban realizando en la ciudad, destacando el de la Ciudad Sanatorial, que con la muestra de una gran maqueta impresionó al general. El resto de visitas fueron a la Mutua de Terrassa y a la empresa SYBSA, donde la Masa Coral le ofreció unas breves cantatas.

Aquella maqueta se hizo realidad con la construcción del sanatorio en tierras de Can Carbonell, en el norte de la ciudad. El general Franco asistió a su inauguración el 8 de junio de 1952, contando también con la presencia del director general de sanidad, José En Palencia y la del alcalde de Terrassa, Pere Matalonga. El acto de bendición lo efectuó el prior del Santo Espíritu, Josep Castelltort y, a continuación, después de los protocolarios parlamentos, visitaron el edificio, de impresionante dimensiones: el más grande de España. De retorno hacia Barcelona y al pasar por las calles de Terrassa se repitieron las muestras de adhesión otras veces.
Visita por las riadas
Tendrían que pasar diez años y un hecho luctuoso como fueron las riadas del 1962, para la siguiente visita. Por la tarde del 2 de octubre Franco era recibido en Les Fonts por las autoridades terrassenses encabezadas por el alcalde Josep Clapés. El general bajó del coche oficial y siguiendo las explicaciones del alcalde, recorrió la zona contemplando los estragos de la rierada en el lugar donde se juntan las dos grande vías fluviales: las rieras de las Arenas y la del Palau, principales receptores de la avalancha de agua que provocó el desastre. A las séis de la tarde hacía su entrada en Terrassa donde miles de personas lo aclamaban a su paso por la carretera de Moncada y Rambla arriba, para dirigirse a la zona industrial más afectada, donde conversó con los fabricantes afectados.
A continuación se dirigió hacia el Ayuntamiento donde lo esperaba un arrabal de Montserrat pleno a rebosar. En el salón de plenos, el alcalde expresó el sentimiento de gratitud de la ciudad por la rápida movilización del gobierno hacia la ayuda a las zonas siniestradas. Después Franco hizo acto de presencia al balcón del Ayuntamiento expresando en su discurso el pésame por las víctimas de la catástrofe. Después la caravana de coches de autoridades se dirigió a la barriada de las Arenas, donde recorrieron a pie las partes más afectadas, mezclándose con los vecinos. Franco volvió a Barcelona, despidiéndose con la promesa de volver pronto para ver el resurgimiento de la ciudad de aquel mal paso.
El 18 de junio de 1963 volvía
El 18 de junio de 1963 volvía a Terrassa, repitiendo la llegada y la parada en Les Fonts. En el Ayuntamiento pudo contemplar una exposición de fotografías comparativas de las rieradas y de las obras de reconstrucción llevadas a cabo hasta entonces. Desde el balcón del Ayuntamiento expresó que las obras que se realizaban en todo España se habían paralizado para reforzar la reconstrucción en esta zona, cumpliendo así la promesa que había hecho un año atrás. En su recorrido por las calles de Terrassa en dirección a la barriada de las Arenas, se repitieron las muestras de entusiasmo al general, al cual le impresionó una monumental fotografía que ocupaba toda la fachada de la Mutua de Terrassa y en la cual se reflejaba su paso, un año antes, por la ciudad dando su pésame al vecindario de las Arenas. A su llegada a la barriada se repitió aquella imagen, pero esta vez con un sentimiento de alegría y agradecimiento de los vecinos hacia el jefe de Estado. Fue la última visita. No volvería más a una ciudad que poco a poco se fue convirtiendo en Tarrasa, la roja, con sus reindivicacions de libertad, camino hacia la apuesta democrática.
Esta y otras historias de Terrassa, las podéis encontrar en el blog de Joaquim Verdaguer