De Terrassa a Gusen en bicicleta para recordar a su abuelo asesinado. Alex Cirera Izquierdo vio el nombre de Félix Izquierdo inscrito en la lista de víctimas del campo de concentración nazi, y fue así como la realidad lo golpeó con tanta fuerza que se hizo una promesa. Volvería allá para llevar una placa en memoria de su familiar.
Primero quería conocer mejor la historia de su abuelo, aragonés de origen, y por eso se dirigió al Amistoso de Mauthausen. Allá conoció Juan M. Calvo, un historiador especializado en deportados aragoneses y presidente de la entidad. La conexión fue inmediata y los dos juntos fueron desentrellant el viaje que Félix hizo en 40.
Removiendo entre papeles, el terrassense encontró unas cartas donde su abuelo explicaba el itinerario que había reseguido hasta llegar a Gusen. Fue así como surgió la idea: hacer los 2.000 kilómetros que separan las dos ciudades en bicicleta. Lo tenía que hacer con 19 días, los que disponía de vacaciones, y la fecha de salida ya estaba fijada, 1 de mayo de 2019.
En una comida familiar, Calvo le explicó la historia a su hijo, el Eloy, y hablando hablante decidieron que aquello podía llegar a ser un documental “muy potente, visualmente interesante y emocionalmente muy fuerte”. Pero era una carrera contrarreloj porque los días se escolaven y lo
Diecinueve días de anécdotas y sufrimiento para llevar una reivindicativa placa
Alex dijo ok al documental pero impuso una condición: su prioridad era llegar a Gusen. No estaba para hacer “
Así pues, el trabajo fue del equipo dirigido por Eloy Calvo de plantar la cámara donde creían que podrían captar mejor el paso de Alex, hacer las pequeñas entrevistas después de la etapa y complementarlo con entrevistas con historiadores y expertos en los diferentes puntos del recorrido que podían ligar la pequeña historia personal con la gran historia. “No hemos falseado nada, capturamos los momentos de Alex como podíamos, con la idea de explicar tres vías en paralelo: su reto físico, el recorrido de Félix a través de las cartas y de miles de deportados, y el proceso personal de autodescubrimiento de Àlex”.
Fueron 19 días hasta que Alex pudo llegar al campo donde colocó la placa con el mensaje: “compromiso, lucha y resistencia” y sentir “una explosión de emociones”. Diecinueve días llenos de anécdotas y de sufrimiento. Se había preparado durante cinco meses para poderlo hacer, pero al final, el que contó más fue el jefe y no tanto las piernas, y esto que en total llegó a perder 15 kilos. “Fue mucho más dura la exigencia psicológica que la física. La autopresión que me puse para llegar… Al final, pedaleaba más con la cabeza que con las piernas”, explica en el acto de presentación del documental.

El papel del Amics de Mauthausen
Más allá del documental histórico, el director también quiere poner en valor “el reto deportivo y personal, que puede enganchar fácilmente el espectador. Porque la voluntad era transmitir esta historia, llevarla en los institutos y llegar al público joven”, explica. La idea es pues proyectar “Carretera a Gusen” aprovechando toda la red de contactos que tiene el Amics de Mauthausen (centros educativos, ayuntamientos, entidades…) y también llevarlo a festivales.
Juan M. Calvo explica que ha sido un trabajo “de artesanía y de picar mucha piedra. Han estado cuatro años desde que Alex hizo el viaje hasta que lo hemos podido presentar, y entremedias ha habido una pandemia, una paternidad, problemas laborales… Pero queríamos asegurar la calidad del proyecto”. Ha estado también un esfuerzo económico y de recursos humanos del Amistoso que costeó todo el documental, a la espera de saber si obtendría o no subvenciones, que al final han podido llegar desde diferentes administraciones, entre ellas el Ayuntamiento de Terrassa.
“Estoy seguro que Alex puesto viaje es diferente a Alex anterior al viaje. Por el esfuerzo, por el sentido que tuvo la recuperación de la memoria de su abuelo, por su predisposición de difundir esta historia. Un compromiso personal que va mucho más allá”, ha valorado el presidente del Amistoso. Calvo ha destacado que este documental es un ejemplo del cambio generacional. “Ahora estamos viendo como los nuevos proyectos de recuperación de la memoria histórica surgen de los nietos de los deportados y exiliados, que quieren poner en valor la lucha de sus abuelos y recordarlos”.