El elenco de ministros del gobierno-Sánchez siempre habla con mucha prepotencia. Mirando a la gente como si nos perdonaran la vida. A modo de ejemplo, citaré a algunos: Òscar Puente, Pilar Alegría, Margarita Robles, Mª Jesús Montero y José Manuel Albares. No vale la pena ampliar la lista. Al fin y al cabo, casi ninguno de ellos me convence. Hoy, sin embargo, me centraré en la figura de la titular de Hacienda. Al menos por su falta de palabra y su desvergüenza.
Ya puede ir vendiéndonos la moto de que la economía del país lidera los éxitos de los otros 26 países de la U.E. Una mentira como una casa de campo cuando incumple sistemáticamente el compromiso de devolver –a los mutualistas- las cuotas pagadas de más en el tramo cronológico de mediados de 1966 a diciembre de 1978… Primero de todo, si el gobierno fuera éticamente correcto, habría actuado de oficio hacia todo el personal afectado. Pero no! Solo prometieron compensar a quienes hicieran la reclamación pertinente. Eso sí, en un período aproximado de 6 meses… y siempre antes de terminar el año 2024. Finalmente, sin embargo, se ve que hay ciudadanos que son de primera… y muchos otros que militan en regional, por lo que parece. Desde esta visión, acaban de detener las devoluciones –incluso las referidas a declaraciones de renta, alegando falta de cash. Si proclama que «Hacienda somos todos» -yo pienso que este dicho es todo un embrollo- ¿a santo de qué vienen estas diferencias? Más aún, si el deudor hubiera sido cualquier «ciudadano de a pie«, ya habría recibido un correo certificado y con amenaza de un embargo bancario para hacer las paces. ¡O todos moros o todos cristianos! Además, no me vale, tampoco, el argumento de que la deuda no liquidada devengará intereses de demora (al 4,06%).
¡Solo faltaría que se hicieran los locos en esta cuestión! «Qué menos que Monix», como decía un anuncio de TV hace años!
«Parole, parole, parole», que dicen los italianos. O «bla, bla, bla», los teletubbies! Justamente por eso, he osado elegir un título tan llamativo y sarcástico. ¡Menos declaraciones ampulosas de cara a la galería de las alcachofas -perdón, micrófonos- y más eficiencia en el cumplimiento de los compromisos! ¡Ya es hora de que se lo hagan mirar!

