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Les cuidadoras de Sant Llàtzer declaran la guerra y llevan al CST a juicio

Las cuidadoras de Sant Llàtzer declaran la guerra y llevan al CST a juicio. Este miércoles, día 3 de diciembre, los juzgados de Terrassa acogerán la vista entre las trabajadoras de la Llar Residència Sant Llàtzer, de la placeta del Doctor Robert, y el Consorci Sanitari de Terrassa, organismo gestor de la residencia pública. El personal ha decidido visibilizar de esta manera e ir a por todas para defender unas condiciones laborales que, actualmente, consideran «precarias» e «indignas».

No es una queja nueva. De hecho, Laura Nualart recalca que hace más de diez años que reclaman equiparar sus condiciones laborales con el resto del personal del CST. Sin embargo, no han tenido éxito. «Hemos tenido mil reuniones con el Ayuntamiento y con el CST y todo son palabras pero cero hechos. Y estamos cansadas, cansadas de luchar contra lo que consideramos una injusticia», explica la representante de las trabajadoras que han convocado a los medios para explicar su situación.

En la Llar son 35 cuidadoras, «que tenemos un convenio precario, que es el GERCAT. Continuamos con 1.800 horas anuales, cuando nuestros compañeros del CISCAT hacen 1.650. Y cobramos 1.000 euros. Estamos agotadas, porque para poder llegar a fin de mes tenemos que tener otros trabajos, y de la conciliación familiar ya ni nos lo planteamos, porque trabajamos muchas horas, en fines de semana, festivos, nocturnos. Es una cuestión de dignidad laboral», exclaman.

Dignificar la profesión de cuidador

Las cuidadoras lamentan que sean tratadas como trabajadoras de segunda. «En estos dieciséis años trabajando en la residencia, ha habido mejoras en la infraestructura, en los edificios del CST, se han creado nuevos puestos de trabajo, pero en la geriatría nos hemos olvidado», apunta Nualart que, secundada por Jennifer González, subrayan que «la excusa que nos dan es que no hay dinero, pero bien que ha habido para pasar de dos a cinco jefes de responsabilidad».

No entienden por qué sus condiciones laborales no se tienen en cuenta. «Es tan importante y necesaria la atención de una persona que se rompe el fémur y va a urgencias como la de un abuelo que vive en la residencia, ¿no?», dicen. González alerta que «llegará un día que nadie querrá trabajar cuidando a las personas mayores, porque es un esfuerzo enorme y unas condiciones pésimas. Esto no solo va sobre nosotras, también repercute sobre el bienestar de los abuelos».

Las cuidadoras no están en esta batalla legal solas. Afirman que cuentan con el apoyo del resto de trabajadores de la Llar. Y en el juicio tendrán representantes de la CGT y de CCOO como apoyo. Confiesan que ellas preferirían llegar a un acuerdo antes del miércoles, pero lo ven casi imposible, después de las experiencias previas que ha habido de negociación. «En la mesa negociadora previa al juicio ni siquiera se presentaron», manifiestan.

«Es una vergüenza las condiciones en que trabajan»

Actualmente, en la Llar residencia Sant Llàtzer hay tres plantas, en la primera hay 28 pacientes y en la planta cero una veintena. También está la planta tercera, con unos treinta, pero esta es considerada «híbrida» desde el CST, porque hay algunas habitaciones que son para Larga estancia, y estos pacientes son tratados por trabajadores de los TCAI, con un convenio diferente. Saben que la lucha es extrapolable a todas las cuidadoras, pero creen que por el hecho de que esta residencia sea pública «no puede ser que algunos tengan unos sueldos desorbitados, y nosotras no lleguemos a fin de mes».

Mientras las trabajadoras exponían sus reivindicaciones se acercó hasta allí Lluís Julian, un hombre de 85 años que tiene a su esposa en la residencia La Llar. Como usuario ha querido apoyar a las cuidadoras, recordando que los usuarios que están allí están pagando una cuota, a menudo mucho más elevada de lo que la familia se puede permitir, y que por eso esperan que el trato sea bueno y de calidad. «He visto cómo trabajan estas señoras, y estoy encantado. Es un trabajo que no querría para mí, tratando con personas que no están bien y limpiando lo que no está escrito. Me parece una vergüenza las condiciones con que lo hacen. No sé cómo han tardado tanto en quejarse, esto es lamentable», ha sentenciado.

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