MónTerrassa
El suicidio de una paciente en urgencias destapa carencias en salud mental

El Hospital Universitario de Terrassa se encuentra en el ojo del huracán a raíz del suicidio de una paciente con un trastorno psiquiátrico en un box de urgencias del centro hospitalario. Los hechos ocurrieron el pasado 22 de agosto. La paciente se quitó la vida después de esperar 48 horas dentro de un box de urgencias para poder ingresar a planta. Es decir, dos días esperando pasar de recibir atención médica dentro del equipamiento de urgencias del hospital -con pacientes con necesidades muy diversas-, a ser atendida en el ala de psiquiatría del centro sanitario. Estas 48 horas resultaron fatídicas y la paciente terminó suicidándose. Desde el Consorci Sanitari de Terrassa (CST) defienden que los trabajadores del hospital cumplieron con los procedimientos establecidos: «Durante las 48 horas que estuvo en el servicio de urgencias, fue atendida por el equipo del área de medicina y el equipo de psiquiatría coordinadamente, los cuales actuaron con profesionalidad haciendo la valoración de la paciente y el seguimiento clínico según las actuaciones establecidas en estos casos», apuntan desde el consorcio a través de un comunicado, y niegan que se trate de un caso de negligencia médica.

Desde el Ayuntamiento de Terrassa ya han exigido al gobierno de Salvador Illa que ponga en marcha una investigación «transparente» para esclarecer qué factores fallaron hasta el punto de llevar a una paciente a quitarse la vida, ya que de esta manera podrían «mejorar» los protocolos y planes de actuación para evitar que una situación de este tipo se repita. Paralelamente, según apuntan en conversación con Món Terrassa fuentes del comité de empresa del Consorci Sanitari, que se ha reunido esta semana con urgencia, también se ha iniciado una investigación interna para «analizar con detalle» los hechos y proponer «medidas» al respecto, aunque no se ha concretado cuáles. Las organizaciones sindicales del sector, como el sindicato Metges de Catalunya –mayoritario dentro del comité de empresa del hospital– y la UGT, han atribuido la desgracia a una carencia estructural del sistema sanitario, principalmente la falta de camas en planta, que agudiza el colapso de los servicios de urgencias.

De acuerdo con los datos del Departamento de Salud, los profesionales de urgencias atendieron 3.893.183 visitas en 2024 en toda Cataluña, lo que supone un incremento del 21% en los últimos tres años. Según las mismas cifras, los hospitales catalanes atienden cada día más de 10.000 visitas urgentes; concretamente, 10.637 de media durante el año pasado. Del conjunto de pacientes atendidos, un 10% requiere ingreso, lo que pone sobre la mesa la falta de camas en los hospitales, pero también en los centros sociosanitarios del país. Este agravio afecta al conjunto de la población catalana, pero complica aún más la atención de las personas que padecen trastornos de salud mental.

Imagen de la zona de urgencias del Hospital de Terrassa / Mireia Comas

Urgencias diseñadas para «saturarse»

El enfermero y vocal de salud mental del Colegio Oficial de Enfermeras de Barcelona (COIB) Àlex Marieges, que lleva casi tres décadas trabajando en este sector, argumenta en conversación con Món Terrassa que «los servicios de urgencias» del país «están diseñados para saturarse». Un problema que afecta tanto a las urgencias genéricas como a las específicas de psiquiatría, pocas e infradotadas en algunos hospitales de Cataluña. Algunos de los hospitales que disponen de este servicio son el Hospital de Sant Pau, de Barcelona, el Hospital Germans Trias i Pujol, de Badalona, el Hospital Clínic, de Barcelona y, incorporado recientemente, el Parc Taulí de Sabadell. Sin embargo, a pesar de contar con este dispositivo, tampoco se libran de las carencias en salud mental del sistema sanitario: «Las urgencias psiquiátricas no tienen forma de drenar a los pacientes hacia planta porque faltan camas en las áreas de psiquiatría», añade Marieges.

Cómo puede acabar en suicidio una estancia de demasiadas horas en un box de urgencias

Por su parte, la presidenta de la asociación Salud Mental Catalunya, Mercè Torrentallé, también argumenta que la falta de especialistas en psiquiatría en todo el país contribuye a la saturación de las urgencias: «En la Noguera [la comarca donde vive] solo tenemos un psiquiatra. Ahora me han dado cita para el 2027, pero si lo necesito antes seguro que tendré que ir a las urgencias genéricas», explica Torrentallé, que lamenta que Cataluña tiene de las ratios «más bajas» de Europa de personal especializado en salud mental. «En las urgencias generales, el personal no tiene tanta formación [en trastornos de salud mental] y tampoco hay espacios diseñados específicamente para estas personas», añade la presidenta de la asociación de referencia del país en salud mental, que destaca que los trastornos psiquiátricos aún no están abordados como es debido dentro del sistema sanitario. En esta línea, la presidenta de la Societat Catalana de Medicina d’Urgències, Mireia Puig, también alertaba en una entrevista a la ACN del incremento de la «presión asistencial», en buena parte ocasionada por las “dificultades” de acceso tanto a la atención primaria como a la especializada con las que se encuentran a veces los pacientes, los cuales acaban buscando solución a sus problemas de salud a través de los servicios de urgencias.

El impacto en los pacientes

La falta de camas en los hospitales colapsa el servicio de urgencias de algunos centros, pero también las salas de espera donde los pacientes hacen tiempo hasta ser atendidos y superar el primer cribado. En el Hospital de Terrassa, esta misma semana, algunos pacientes, que han preferido mantenerse en el anonimato, han explicado a Món Terrassa a las puertas del centro que «normalmente» pasan horas hasta poder ser atendidos por primera vez: «Alguna vez he estado más de dos horas», apunta una paciente, acompañada de su hija en la sala de espera del hospital terrassense. Una vez dentro, la situación no mejora en absoluto.

Desde el sindicato de Metges de Catalunya denuncian que la saturación de las urgencias provoca que muchos pacientes tengan que esperar días para recibir una cama en planta. Aunque no señalan un tiempo medio de ingreso, desde la organización sindical aseguran que «casi siempre hay entre veinte y treinta pacientes pendientes de ingreso»: «Esto significa que se les coloca como se puede dentro de las urgencias. En pasillos, en espacios comunes…», defienden desde el sindicato mayoritario de facultativos de Cataluña. Una situación que relatan desde la organización sindical se confirma con los testimonios de algunos pacientes: «¡Es cierto! Recuerdo una vez que estuve varias horas en uno de los pasillos de urgencia porque no tenían un box para mí», apunta otra de las pacientes del Hospital de Terrassa. De hecho, los mismos trabajadores del centro, un mes y medio antes de la tragedia del suicidio, ya alertaban, en un correo al que tuvo acceso la ACN, que la situación de las urgencias estaba llegando al límite. En ese momento, de los 104 pacientes que atendían, treinta estaban pendientes de ingreso debido a la falta de camas en planta. De esta treintena, la mitad estaba repartida en los pasillos de urgencias porque ya se había superado su capacidad.

Imagen de la zona de urgencias del Hospital de Terrassa / Mireia Comas

La «cenicienta» del sistema sanitario

En los últimos años, desde la pandemia de la Covid, la concienciación sobre la salud mental ha ganado mucho peso en la sociedad catalana, pero también se ha disparado el número de personas que sufren cualquier tipo de trastorno de este tipo. Aun así, el sistema sanitario del país sigue sin estar preparado: «Aún faltan muchos profesionales especializados», exclama Mercè Torrentallé. En este sentido, coincidiendo con la opinión de la presidenta de la asociación Salud Mental Catalunya, Àlex Marieges también apunta que la administración catalana continúa invirtiendo pocos recursos sobre este ámbito: «Sigue siendo la cenicienta del sistema sanitario», añade el vocal del Colegio Oficial de Enfermeras de Barcelona, que considera que uno de los caminos a seguir es crear más urgencias específicas para los pacientes psiquiátricos para crear «entornos más protectores»: «Hay mucha demanda y muy pocos espacios adecuados para atenderla», argumenta Marieges.

El suicidio de una paciente en el Hospital de Terrassa, pues, ha puesto de nuevo sobre la mesa el mal funcionamiento de los servicios de urgencias de los centros sanitarios del país. Un colapso sistémico que ya no se produce solo durante los meses de más presión asistencial, como los períodos de auge de virus respiratorios, sino que se cronifican durante todo el año.

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