Una de las preguntas que se hacía todo el mundo cuando se cerró el restaurante de La Mola es que pasaría con los animales que día sí y día también subían la comida, la bebida y los materiales y que bajaban la basura. Ya tenemos la respuesta, que nos llega de Gemma Gimferrer, una de las administradoras del servicio de comedor que ha funcionado 57 años a la cumbre más alta del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac, al antiguo monasterio, donde empieza -o acaba- el mítico Camino de los Monjes.
Todos ahora están colocados en granjas y centros de animales, en varios municipios de Cataluña, como Sant Llorenç Savall, Cabrera, Castellar del Vallès, Sabadell y Les Preses. El último que ha encontrado casa ha sido el Trabuc. El último habitante permanente de La Mola. Nació, hace 17 años, a la cuadra de bajo los comedores del restaurante. Y probablemente, con el tiempo se ha convertido en el guarà catalán más fotografiado del país. «Cómo era de esperar, no fue fácil, ofreció cierta resistencia a abandonar la montaña donde ha vivido toda la vida. A tozudo no lo gana nadie. El que no sabía era que su nuevo hogar no quedaba mucho lejos. Formará parte de una manada, con otros burros que viven en libertad y se dedican a limpiar el bosque», escribe Xavi Gimferrer, antiguo administrador del restaurante, en Instagram. «Creo que se encontrará al paraíso. Hartándose el que quiera, y buscando bronca con quien quiera.»

Donde podemos encontrar ahora las mulas del monasterio
La Morena, la Nina y la Orus se tienen que adaptar en un centro de animales situado en Cabrera de Mar (comarca del Maresme), en el cortijo Vinyals. Sobre el final de la historia, Xavi Gimferrer decía: «Han hecho por última vez la bajada del Camino de los Monjes, que tan bien se conocen, entre La Mola y Can Poble. Joan Bernadí y yo las acompañábamos. Las hemos despedido con la mano, como haces con los seres queridos, mientras desaparecían a la última curva de Can Robert, acomodadas en el transporte en dirección a su nuevo hogar. La alegría con que os acercabais por la mañana cuando veis aparecer al primer humano que llegaba a la cumbre. Había algunes que llevaban alguna zanahoria, unas nueces, o un picatoste de pan seco. Tanto hacía. Siempre habéis sido muy agradecidas y apreciadas».
La Luna, una mula blanca ahora, vive en les Preses, en la Garrotxa, junto a Olot, en un espacio llamado Burros y Someres.
La Alaska y Mario, que eran los más nuevos y que llegaron a La Mola juntos y hermanados, no se han querido separar: «No podíamos hacerlo, no queríamos hacerlo», y se han trasladado a la Finca Zarcos, ubicada entre los municipios de Sabadell y de Sentmenat, en el Vallès Occidental.
El Trabuc el podamos encontrar ahora en la casa de los Olivos de Sant Llorenç Savall. Y la Barrufa, que está jubilada y hasta ahora vivía a la finca de Can Cadafalch de Castellar de el Vallès, el más probable es que vaya al final a una hípica donde hacen terapia con animales, a tocar de Sentmenat.
Gemma Gimferrer afirma: «Y ya está, se ha acabado esta pantalla, ahora todo es oscuro.»








