Este domingo, día 29 de diciembre, La Mola parecía las ramblas de Barcelona. Decenas de personas se han reunido en la cima más alta del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac. Ha sido un día espléndido, con buena temperatura y un sol que invitaba a estirar las piernas, y al hecho de ser un día festivo se ha añadido que nos encontramos en plenas fiestas de Navidad.
Son muchas las familias que han hecho puente, aprovechando que los días 25 y 26 han caído, este año, en miércoles y jueves. Así que hoy era una buena oportunidad para salir y subir a La Mola, a contemplar las vistas espectaculares. El cielo, todo azul y sin rastro de nubes, permitía contemplar el Vallès y vislumbrar el mar.
Sin restaurante pero ‘overbooking’ igual
Parece, pues, que a pesar de que la Diputación de Barcelona pretendía conseguir con el cierre del restaurante una disminución de la afluencia de visitantes, no ha sido así. Al menos, no, en días señalados como este. Los excursionistas han llegado en grupitos y familias enteras que aprovechan el espacio pavimentado para descansar un rato e, incluso, picar algo para recuperar fuerzas para la bajada. El atractivo de subir a La Mola se ha mantenido intacto, haya o no un lugar donde tomar una cerveza y comer una buena butifarra, o haya o no los burros.
Esta es la estampa que presentaba hoy:
La excepción a este «overbooking«, sin embargo, la tuvimos no hace mucho. El entorno del monasterio benedictino de Sant Llorenç parecía un desierto el día de Navidad, hacia el mediodía. Quizás porque era el momento de una de las comidas típicas de las fiestas, pero hacia la una y media solo había una pareja china, un excursionista, y un padre y un hijo. Y los diversos aparcamientos para subir desde los depósitos de Matadepera estaban semi vacíos a esa hora. Un aspecto totalmente opuesto al que se ha podido ver hoy.

