La asamblea de la casa okupada ‘El Kalitxet’ ha anunciado el fin de la okupación de una casa abandonada en Can Palet. Los okupas de Terrassa entraron en este inmueble de la calle Menéndez y Pelayo el pasado 21 de junio como respuesta al desalojo del Centro Social Okupado (CSO) Kasalet y de la vivienda okupada, el Kalitxet, situada en la plaza de la Creu Gran y en la calle de la Societat de Terrassa.
Según explicaron a MónTerrassa, la vivienda se encontraba «en estado de abandono desde hace años, víctima de la especulación urbanística», y esto la hacía un candidato perfecto para «reivindicar el derecho básico a una vivienda mediante la recuperación directa de espacios vacíos». Sin embargo, según explican ahora en un comunicado, «después de una semana de okupación se puso en contacto con nosotros la propietaria de la casa, que nos dijo que era cierto que no vivía nadie, pero que justamente en ese momento se estaba formalizando su venta».
Así pues, ante esta información, la propiedad y El Kalitxet iniciaron un proceso de diálogo que, finalmente, ha concluido con el retorno de la casa a su propietaria. Los okupas de Terrassa argumentan la decisión explicando que «la propietaria no era ninguna gran tenedora» y que «el comprador no era ningún banco o inmobiliaria, sino un particular que iba a reformar la casa para ir a vivir en ella». Además, recalcan que «nosotros solo okupamos casas abandonadas donde no vive nadie» o «donde se especula, se hace negocio y mercadeo con un derecho tan básico como es la vivienda».
En el comunicado, la asamblea de la casa okupada ‘El Kalitxet’ ha agradecido la «predisposición y la buena voluntad por parte de la propiedad», que afirman que en todo momento estuvo dispuesta a dialogar y no optó por la vía judicial. Además, también recalcan que la propietaria «nos ha dejado 3 meses para poder buscar otro espacio».
A pesar del fin de esta okupación, la asamblea subraya que «nosotros seguiremos okupando y ejerciendo nuestro derecho a una vivienda digna». «No puede ser que siga habiendo gente sin casa y casas sin gente, porque mientras vivir sea un lujo, okupar seguirá siendo un derecho», concluyen.
