Una compilación de imágenes antiguas de viñas, toneles y vino en Terrassa, del Fons Amat del Ayuntamiento.
Hace dos siglos, Terrassa era una de las tierras de producción de vino más importante de Catalunya, con una variedad de viña que llevaba el nombre de la ciudad y que se cultibaba en mitad del territorio.
Actualmente, tanto la viña como el olivo están muy poco representados en Terrassa, puesto que la producción agrícola local está dedicada a los cereales, los forrajes y la pequeña huerta de subsistencia. Y desde ha siglos se ha girado hacia la industria y el comercio.
Desde el siglo XVIII
La expansión de la viña en el Vallès Occidental se había iniciado en el siglo XVIII, y continuó con mucha fuerza durante la primera mitad del siglo XIX. Hacia mediados de siglo XIX era la comarca catalana con una mayor especialización vitivinícola, por ante el Alt Penedès, el Bages y Anoia, con un 68% de la superficie cultivada dedicada a la viña de las variedades como el picapoll, la garnatxa, el macabeo, el xarel·lo y las autóctonas locales como el Terrassenc. La producción de Terrassa y Sabadell representaba el 17% de la producción de la provincia de Barcelona. La reactivación de la producción vitícola catalana durante la primera mitad del siglo XIX es resultado del incremento de los intercambios comerciales de la economía catalana con los mercados americanos.
Y llegó la terrible plaga de la fil·loxera
La plaga de la fil·loxera provocó una caída de los precios del vino y una regresión del cultivo de la viña. A principios del siglo XX, la industrialización de la comarca representó la práctica desaparición del patrimonio agrícola local y la disminución del sector del campesinado. Los años 1960, con la eclosión de la construcción, se cerró un ciclo histórico de predominio agrícola en el Vallès Occidental para convertirse en una comarca industrial y metropolitana.
