El 21 de febrero de 1946, el empresario y financiero Josep Biosca Torres, con el apoyo del también industrial terrassenc Josep Badrinas Sala, compró la colección de tejidos del barcelonés Ignasi Abadal Soldevila, y fundó el primer museo textil del estado español. Terrassa ya contaba con una larga tradición textil industrial, con las Escuelas de Ingenieros Textiles, Peritos Industriales y la de Artes y Oficios, además del Instituto Industrial. El museo se veía como centro de estudios y de investigación, para ampliar el conocimiento de los estudiantes de la ciudad, empresarios y artesanos.
1. Los primeros años
El llamado Museo Textil Biosca ingresaba de golpe 680 tejidos sueltos más 1.860 montados sobre cartones, de varios países y cronologías. La suya primera sede fue en una nave industrial en la calle San Isidro, número 6 de Terrassa, abierto desde 1947 con visita concertada y el Instituto Industrial de Terrassa aportaba fondos económicos. Imágenes del museo a la nave industrial en la calle San Isidro Desde el primer momento se decidió que Biosca aportaría el nombre, Badrinas sería el presidente y el joven historiador Francesc Torrella Niubó, ejercería como director. Abadal murió el 1947 y tres años más tarde, su yerno Juan Llusà del Corral ponía a la venta una segunda parte de la colección, que el museo terrassenc compró. Con esta segunda adquisición (de 1.429 tejidos), la colección pasaba a comprender casi cuatro mil tejidos cronológicamente situados entre los siglos IV y XIX: coptos, andalusís, bizantinos, persas, chinos, japoneses, turcos, precolombinos, europeos, estampados, ornamentos litúrgicos, pasamanería, etc. Y era, de largo, la más cuantiosa del país.
A partir de este momento, las donaciones de particulares fueron incrementando modestamente el patrimonio, mientras se organizaban y se iban clasificando los tejidos. Desde su inicio, el museo buscaba una ubicación definitiva, considerada urgente por las pésimas condiciones de conservación de la nave industrial, que afectaban directamente a los tejidos. Torrella pedía una instalación adecuada con despacho, biblioteca, archivo, reserva, entre otros espacios, y proponía el edificio destinado a albergar el Instituto Industrial, a pesar de que no era lo más adecuado para exponer. Otra opción que veía con posibilidades era el castillo cartuja, aunque no era bastante céntrico. El tercer espacio considerado, a pesar de que más ambicioso, era de nueva edificación en terrenos próximos a las Escuelas de Ingenieros y el Instituto de Investigaciones Textiles.
2. De museo privado a museo municipal
El año 1953 el museo se constituyó como patronato del Museo Textil Biosca y la colección textil finalmente se trasladó a la sede del Instituto Industrial de Terrassa, al antiguo almacén Pasqual Sala de la calle san Pablo número 6, pasando a hacerse cargo la corporación de empresarios textiles de la ciudad. A principios de enero del 1956 el nuevo espacio expositivo ya era abierto al público las mañanas, con visitas concertadas y entrada gratuita. Tres años más tarde, el 1959, los industriales decidieron ceder gratuitamente el museo en la ciudad, con la condición de que el Ayuntamiento se hiciera cargo de los gastos mientras que el Instituto Industrial mantenía un papel activo en la gestión. Así, el septiembre de 1960 se creó un nuevo patronato presidido por el Alcalde de Terrassa y con la participación del Instituto Industrial y otras entidades. Pasó a denominarse Museo Municipal Textil Biosca, y mantenía todavía la ubicación provisional.
Una vez este museo pasó a ser municipal, ayudó a consolidarlo la adquisición de la colección de indumentaria de Josep Moragas Pomar el enero de 1964. En total eran 78 piezas. Además de indumentaria y complementos (trajes, cuerpos, faldas, pecheras, capas, sayos, chupas, escarselles, etc.), comprendía una magnífica colección de gualdrapes, pistoleras y cartucheras. Además de algún indumento litúrgico de la colección Biosca, era la primera vez que el museo adquiría indumentaria. El mismo 1964 Lluis Garcia Capafons, gran amigo de Moragas, cedía su colección de pasamanería española antigua, que comprendía 860 piezas de los siglos XVI al XIX. Dos años más tarde dio cuatro corpinyos (cuerpos del siglo XVIII) y dos chalecos procedentes de la antigua colección Moragas. Años más tarde, la pasamanería, complementada con el ingreso de la colección Viñas, pasaba a ser la colección más importante del país. Con el incremento de piezas, las dificultades de espacio eran cada vez más evidentes, y la necesidad de financiación externa se hacía imprescindible. Tanto Biosca como el alcalde de Terrassa, Josep Clapés Targarona, insistieron en la participación de la Diputación de Barcelona. Esta última institución había adquirido la colección de Ricard Viñas Geis el 1957, que estaba en Barcelona esperando una ubicación definitiva. Finalmente, el Pleno de la Diputación del 27 de noviembre de 1957 aprobó la creación de un museo textil provincial y creyó que el Museo Textil Biosca y la ciudad de Terrassa reunían todas las condiciones para ser la sede.
3. El Museo Provincial Textil
Pero no fue hasta el 1963, con el presidente de la Diputación Joaquim Buxó, Marqués de Castellflorite, cuando se hizo efectivo el museo provincial, que volvió a cambiar el nombre: Museo Provincial Textil. Mientras que Barcelona aportaba la colección de tejidos antiguos de Ricard Viñas¸ más de 2.700 piezas y la biblioteca que lo acompañaba, se comprometía a construir un nuevo edificio y hacer el mantenimiento de los servicios, el Ayuntamiento de Terrassa ponía el terreno, junto al parque de Vallparadís, y sus colecciones reunidas hasta el momento. Con la fusión de estas colecciones, el museo pasaba a ser uno de los más importantes en materia textil de Europa. La gestión recaía ahora en un nuevo patronato formado por dieciocho miembros: el presidente de la Diputación, el alcalde de Terrassa, dos diputados, un regidor y el director del museo, y ocho más representantes de las Cámaras de Comercio de Barcelona y Terrassa, el Instituto Industrial, el Colegio de Arte Mayor de la Seda, la Caixa de Ahorros de Terrassa, el Gremio de Fabricantes de Sabadell, la Industria Textil Algodonera y la Mutualidad Laboral Textil; más los coleccionistas Manuel Rocamora i Lluís Garcia Capafons y el fotógrafo Carlos Duran Torrens, a título personal. El 1964 ya había el proyecto arquitectónico definido, de la mano del arquitecto de la Diputación de Barcelona Camil Pallàs Arisa. Las obras para un nuevo edificio, empezadas el 1965, acababan el 1969 y el nuevo museo se inauguraba el 14 de abril de 1970.
El edificio se planteaba como uno de los espacios museísticos más modernos hasta el momento, con salas de exposiciones temporales y permanentes (indumentaria, tejidos, litúrgica, complementos, en orden cronológico y por temática, tipología, origen y fibras), espacio para la conservación, almacenes, taller de restauración, biblioteca, archivo, sala de maquinaria y fibras, y sala de conferencias. De hecho, desde 1956 ya se habían ido organizando varias actividades, como la “Exposición de obras seleccionadas de Arte Textil procedentes de las colecciones de los museos de Cataluña”, presentada en la casa Soler y Palet de Terrassa, hasta la muestra de una selección de tejidos del museo a las Galerías Biosca, de Madrid. Pero ahora, el nuevo museo, estratégicamente situado junto al parque Vallparadís, dedicaba una sala de exposiciones temporales a la planta baja del museo, donde se hacían exposiciones de pintura, escultura, fotografía y otras, pero también de la Escuela catalana de tapiz, y otras relacionadas con temática textil, mientras que las colecciones del museo se podían ver de forma permanente a las salas de las plantas superiores.
De este modo, a lo largo de los años 1970 y 1980 el museo actuó como centro cultural de la ciudad. Sales de exposición del nuevo museo en la calle Salmerón El patrimonio textil se fue incrementando considerablemente a lo largo de los años con interesantes donativos, compras y legados que llegaron de la mano de coleccionistas especializados cómo Manuel Rocamora, Antoni Suqué, Lluís Tolosa i Carmen Tórtola Valencia. Las donaciones de particulares que llegaban eran mayoritariamente procedentes de ajuares familiares. A la vegada, la vinculación con la industria textil y la proximidad con las escuelas de ingenieros, facilitaron también la donación de interesantes libros y apuntes de historia, teoría y práctica textiles, que ampliaban la biblioteca del museo continuamente, así como el archivo de muestrarios de industrias textiles del país.
En cuanto a la indumentaria, los primeros trajes de Alta Costura llegaron de la mano de Maria Teresa Salisachs, viuda de Samaranch, que dio un traje de noche de Elio Berhanyer y su cuñada Maria Luisa Lacambra, dos trajes de Christian Dior, el 1973. Gracias a Cecília Cortinas de Malvehy, ingresó un traje de noche de tres piezas firmado por Balenciaga, el 1974. Y entre otros, Soledad Corbera, de Terrassa, dio varios trajes de Pedro Rodríguez. Los últimos años han ingresado vestidos de modistos terrassenques, y también se ha hecho un gran esfuerzo al coleccionar indumentaria modernista.
4. El Museo Textil como referente internacional
Después de cuarenta años de dirección, Francesc Torrella se jubilaba el 1987, y entraba como directora Eulàlia Morral Romeu, que se jubiló el 2016, con una nueva perspectiva de museología y museografía, adaptada a las nuevas corrientes europeas, y con voluntad de potenciar el museo como centro de documentación y servicios. Sin dejar de banda la preservación del patrimonio (adquisición, documentación, conservación, difusión) se impulsaba una nueva política museística enfocada en los servicios, básicamente a la industria del sector textil-moda. Así se inició una remodelación del edificio, que culminaba en 2002, y un nuevo programa de exposiciones temporales, la eliminación de las permanentes, publicaciones, restauración, biblioteca, aulas-taller y formación especializada, y unas reservas adaptadas a las tipologías de colecciones.
A partir de aquel momento, el museo hizo un salto cualitativo, se llevaron a termas abres de remodelación de las salas expositivas, se hicieron reservas a medida por las diversas tipologías de piezas y con el acondicionamiento adecuado, se amplió la plantilla que permitió iniciar servicios de documentación, fotografía, restauración exterior, ampliar la oferta de formación especializada o iniciar una de las primeras bases de datos en línea del país, Imatex, que hoy cuenta con más de 31.000 documentos y más de 70.000 fotografías disponibles, y que pronto presentaremos con un nuevo diseño totalmente renovado.
Los últimos años los esfuerzos se han dedicado a la documentación del fondo – actualmente el museo tiene más de 130.000 piezas-, a la ampliación de la base de datos, al catálogo de la biblioteca en línea vinculado al Consorcio de bibliotecas Universitarias de Cataluña, y con un fondo antiguo del siglo XIV hasta principios del siglo XX incorporado a la Memoria Digital de Cataluña. A la vegada las muestras temporales han permitido desarrollar programas de actividades por público escolar, general y especializado, que han consolidado un público cada día más fiel.
Actualmente, el Centro de Documentación y Museo Textil es un consorcio desde el 1995, donde vuelve a tener presencia el Ayuntamiento de la ciudad además de la Diputación de Barcelona. El museo es reconocido por su larga trayectoria, especialmente por la investigación, la conservación, la documentación y la difusión del patrimonio textil vinculado a las colecciones que custodia, su historia y su cultura, que impulsa la transferencia de conocimientos y ofrece unos servicios especializados de calidad. Como centro público, potencia el uso social, educativo y el goce intelectual a todos los ciudadanos. Pose al servicio del público su conocimiento y pericia derivados de la colección y de la investigación de la cultura textil y fomenta la creación del arte y el diseño.
El Museo Textil es un referente público de la cultura textil del país y adalid en la investigación, conservación, documentación, contribuyendo mediante las colecciones que conserva, a su puesta en valor y al desarrollo de la historia del país. Es responsable de incrementar el patrimonio, de difundirlo de manera científica y lúdica y de preservarlo para las generaciones futuras. Tiene la voluntad de contribuir al desarrollo sostenible, con un programa de responsabilidad social que tenga cura de los colectivos más vulnerables, a la vez que trabaja por el medio ambiente y la sostenibilidad. El Museo Textil quiere aportar, a través de sus programas, conocimiento, riqueza intelectual y goce emocional, involucrando a todos los visitantes y con permanente dinamismo. Quiere crear debate y reflexión sobre el pasado y el futuro, con una creciente participación ciudadana. Aspira a colaborar con otras instituciones, empresas y personas que trabajan objetivos similares, ya sean del sector público o privado, buscando alianzas externas de coproducción público-privada. El Museo Textil trabaja en red con los museos textiles del país y ofrece sus servicios y pericia al resto de colecciones textiles y de indumentaria, públicas o privadas.
Desde la llegada del Covid, parte de los esfuerzos han ido enfocados a potenciar el público virtual a través de las redes sociales y actualmente estamos trabajando en la virtualización de las exposiciones y en la fotografía 3D de las piezas de indumentaria y complementos, que también estarán disponibles en línea, y al ofrecer una versión renovada del banco de imágenes Imatex, que estará disponible a partir del próximo mes de mayo. Uno de los grandes proyectos de este año para celebrar el 75 cumpleaños, es una exposición de las piezas estrella del museo -tejidos, indumentaria, complementos, muestrarios- que se inaugurará el próximo otoño e irá acompañada de un catálogo de referencia de las colecciones que custodiamos. Queremos disfrutar de esta celebración con el conjunto de personas que dan sentido a la existencia del Museo Textil. Por eso, os animamos a participar de las propuestas y actividades que el museo ofrecerá a lo largo de este tiempo de cumpleaños.