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Iglesias de Sant Pere, 1.572 años de historia en Terrassa

En el territorio que actualmente forma parte de la diócesis de Terrassa existió en la antigüedad la diócesis de Ègara, erigida a mitad del siglo V como desmembración de parte del territorio de la de Barcelona, siendo su primer obispo Ireneu, y que subsistió hasta después de la llegada de los sarracenos, a comienzos del siglo VIII.

El territorio que ocupaba aquella diócesis es impreciso, a pesar de que abrazaba buena parte del que actualmente son las comarcas del Vallès Oriental y Occidental, y se adentraba en parte del de las comarcas del Baix Llobregat, Anoia y el Alt Penedès.

De aquella época ha llegado hasta la actualidad la lista de un buen número de los obispos que rigieron aquella diócesis y la noticia de la celebración de un concilio provincial de la Tarraconense en Ègara, en 615. En el episcopologio destaca el obispo Sant Nebridi (516- 527), persona notable y venerada.

El conjunto monumental de las Iglesias de Sant Pere en Terrassa contiene los vestigios más importantes de aquella época. Está formado por la iglesia de Santa Maria, que fue la Catedral de la diócesis, la iglesia de San Miquel, que sirvió como Martyrium, y la iglesia de Sant Pere, que servía como parroquia, edificios reconstruidos posteriormente a aquella época y que actualmente han sido objeto de una cuidadosa restauración.

Un gran complejo episcopal

Con la creación del Obispado de Ègara, a partir del año 450, se proyectó un gran complejo episcopal que culminó su construcción en el siglo VI.

Reconstrucción virtual del Obispado de Ègara

Los edificios se configuraron en el entorno de un patio central. Santa Maria se reformó y se convirtió en una catedral de tres naves con columnas y baptisterio a los pies del edificio; se construyeron la iglesia funeraria de San Miquel y la iglesia parroquial de Sant Pere, de tres naves, transepto y ábside trilobulado, y la zona residencial del obispo en el sur del complexe. El acceso principal se realizó mediante un corredor funerario que cerraba el conjunto al costado oeste.

Detalle de las pinturas de la àbsis de San Miquel

Del siglo VI  son las pinturas murales del ábside de Santa Maria y de San Miquel. También destaca por su singularidad el retablo mural de Sant Pere (siglos VI – VIII).  Constituyen un conjunto pictórico único en el panorama de la historia del arte cristiano alto medieval occidental.

Las invasiones musulmanas, que empezaron en 714, desmantelaron la estructura de los obispados y, todo y su restauración en el siglo IX por parte de los carolingios en la Cataluña Vieja, el Obispado de Ègara no se rehizo pero continuó la actividad religiosa a pequeña escala.

El románico

Una nueva transformación del conjunto se inició en el siglo XII con la llegada de la comunidad monástica de la orden de Santo Ruf.

Exterior de la iglesia de Santa Maria

La iglesia de Santa Maria (consagrada en 1112) y San Pedro, con usos monásticos y parroquiales respectivamente, ven reducidas sus dimensiones y son reformadas con estilo románico.

La iglesia de Santa Maria se adosó al antiguo ábside y se construye un nuevo transepto y nave principal con un cimbori central al crucero, sobre el cual se dispone el campanario al exterior. La decoración exterior sigue el estilo románico con fajas y arcuaciones ciegas. En el sur de la iglesia se construyó el primer claustro y las dependencias del priorato agustiniano, actualmente desaparecidos.

Exterior de la iglesia de Sant Pere. Autor: Manel Marqués

El edificio de Sant Pere conservó la cabecera episcopal y se añadió una nave única con un corto transepto.

La fachada sur, con la puerta de entrada, se decoró con una cornisa con permòdols con caras esculpidas y ménsulas con relevos alegóricos, animales fantásticos y temas vegetales.

Detalle de las pinturas murales de San Tomas Becket

El conjunto conserva las pinturas murales románicas del transepto sur de Santa Maria, dedicadas al martirio del arzobispo de Canterbury Tomàs Becket.

El gótico

En el muro norte de Sant Pere se pueden observar pinturas murales de esta época y también se ha conservado una imagen de talla de madera de la Virgen María, actualmente al ábside de Santa Maria.

Detalle del retablo de San Miquel. Autor: Manel Marqués

Lo más interesante son los retablos, el Mayor de Sant Pere de Lluís Borrassà, el Mayor de San Miquel de Jaume Cirera y Guillem Talarn y el de los santos Abdó y Senen y de santo Cosme y san Damià de Jaume Huget, contratado en 1460.

La etapa moderna

De esta época se conservan el retablo mayor de Santa Maria y el de la Virgen María de Roser, actualmente no expuestos. Adosada en el norte de la iglesia de Sant Pere destaca la capilla de San Valentín y su retablo.

Retablo de san Valentín

Del siglo XX son la capilla de la Virgen María de Montserrat, la capilla del Sacramento de Ricard Marlet, las dos a la iglesia de Sant Pere, y , al exterior, la fuente de Santo Nebridi con mosaicos de Santiago Padrós.

El conjunto hoy
La restauración del conjunto se inició a finales del siglo XIX alrededor del edificio de Sant Pere. En el siglo XX Josep Puig i Cadafalch se encargó de extenderla por todo el recinto.

Desde el año 1998 se ha llevado a cabo la restauración y musealización del conjunto.

Vista nocturna del conjunto monumental. Autor: Manel Marqués

El año 2009 se reabrió después de haber descubierto que se trata de un conjunto de primer orden a nivel europeo gracias al buen estado de conservación de los elementos de época episcopal entre los siglos V y VIII.

Los orígenes

Los primeros indicios de asentamiento humano al istmo de Sant Pere, entre los Torrentes de Santa Maria y Vallparadís, se remontan al neolítico (más de 3.000 años antes de nuestra era).

Del siglo IV a. C. son los restos de habitaciones, silos de almacenamiento y hornos metalúrgicos del asentamiento ibérico.

El topónimo de Ègosa, que podría corresponder a este poblado ibérico, el cita por primera vez Claudi Ptolomeo en el siglo II a. C..

A partir de este momento el espacio se romanizó y logró la municipalidad con el emperador Flavi Vespasià, bajo el nombre de Municipium Flavium de Egara.

Piedra esculturada (primer cuarto del siglo l). MdT 26000

Del periodo romano se conservan restos de elementos decorativos, silos, pozos, depósitos, estructuras de carácter industrial y un atrio-impluvi de una domus que posteriormente pasó a formar parte de la residencia del obispo durante el periodo episcopal.

La cristianización
Las construcciones cristianas de finales del siglo IV configuran un complejo de edificaciones de las cuales destaca una basílica de una sola nave con ábside semicircular y con dos capillas funerarias laterales. Presenta un pavimento de mosaico con motivos geométricos y figurativos y algún elemento iconografic cristiano. Detrás el ábside encontramos el baptisterio con la piscina cuadrada central y delimitada por un templete de columnas que configura una planta octogonal. En los pies y en el sur de la iglesia, varias cámaras destinadas a uso funerario y en zona residencial, con un patio-impluvi. En una fase final, se construyó un nuevo baptisterio que fue reformado en época episcopal.

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