Como cada cinco de enero, he ido a ver uno de los eventos anuales que más me gustan: la Cabalgata de Reyes. Siempre la he disfrutado mucho: como niño, como padre… Me gusta ir para ver las caras de los niños de la ciudad: fisonomías de alegría, de ilusión, de sorpresa, de admiración…, verlos me ilusiona a mí también. La he presenciado desde dos puntos del recorrido.
En la edición de este año, la organización ha introducido algunos cambios, uno de ellos ha estado relacionado con el tema del carbón. Es bien sabido que los reyes de oriente tienen la potestad de dejar carbón en aquellas casas donde vive algún niño que no ha sido muy bueno. El carbón hace reflexionar a los niños para que mejoren su manera de ser, de hacer…
En la cabalgata de este año ha aparecido la figura de un carbonero en forma de gigante acompañado por un grupo de carboneros (niños, jóvenes y adultos) más pequeños. Sinceramente, creo que no ha sido un acierto integrar esta figura, su presencia no ha desprendido alegría, ilusión, paz, ternura, fascinación… He visto en las caras de los niños miedo, extrañeza; he percibido gestos de no querer ver al gigante girándose para no cruzar miradas. He observado padres desconcertados que no sabían qué contestar a sus hijos a las preguntas que les hacían relacionadas con el carbonero gigante. Todo ello, provocado por una fisonomía del gigante poco amable, poco estética, fea, alejada de lo que quieren ver los ojos de los niños en la noche más mágica del año.
Creo que es importante cuidar los detalles de la Cabalgata de Reyes, el acto de calle más multitudinario que se hace en Terrassa. Hay que pensar muy bien a quién va dirigido principalmente, quiénes son los protagonistas. No lo son el entrañable paje Xiu-Xiu, ni sus majestades Melchor, Gaspar y Baltasar, ni los pajes que los acompañan, ni las bandas que amenizan la cabalgata… todos ellos son los instrumentos que hacen posible que, realmente, los protagonistas sean los niños de la ciudad.
Cuidemos estos detalles para no estropear un acto tan bonito y entrañable.
¡Gracias!

