MónTerrassa
El curandero de Terrassa y las moscas como remedio medicinal (1892)

Esta es la historia de un curandero de Terrassa denominado El Brujo, que empleaba como remedio la mosca española. Es un recuerdo de los tiempos donde la sanidad pública era desconocida. Y es la pequeña historia del café de la plaza de la Creu Gran, regentado por Marcel·lí Lloveras Cánovas, más conocido como «el Brujo», acusado de proxenetismo y vender remedios nocivos a sus clientes, que recibió una multa de 500 pesetas». Un establecimiento con mala fama: donde se jugaba, se bebía, y había prostitutas.

Conocemos unos hechos curiosos a la vista de un ciudadano gracias a las «Historias» de Patrimonio Cultural de la Generalitat de Cataluña.

La historia de la María

María hacía meses que no estaba fina. Había empezado teniendo un simple malestar pero había ido a más y el dolor ya era tan intenso que había noches que no podía dormir. «Ve a ver el Brujo», le habían recomendado las vecinas. Todas tenían alguna conocida que había recurrido a sus servicios y explicaban maravillas. Pero ella no lo veía claro.

Lloveras aseguraba que tenía poderes endevinatoris, que era capaz de descubrir qué escondía la gente y proclamaba que tenía el do de curar los enfermos. A la María, después de hacerle unas cuántas preguntas, le dijo que aquel dolor que la atenazaba le venía de la matriz. Una cucharada de aguardiente de caña disuelto con medio vas de agua tres veces en el día durante nueve días, fue el remedio que le recetó.

Obediente, la mujer le hizo caso. Pero aquello no hacía nada y el mal persistía, así que pasados los días del tratamiento lo volvió a visitar. En aquella ocasión le recetó una infusión de hierba. El hombre le había ordenado que bebiera nuevo días, pero cuando llevaba cuatro o cinco, la pobre Maria empeoró y, desesperada, volvió al café de en Lloveras. Entonces lo curandero le dio una paperina con una pizca blanca. Mezclados con vino rancio durante tres días seguidos y haría limpio, le prometió.

Se lo bebió de un trago

A la primera toma, María tenía tantas ganas de encontrarse bien que utilizó casi la mitad del producto. Se lo bebió de un trago. En el jefe de poco rato el mal fue espantoso. Y el día siguiente y la otra todavía fue a peor, y esto que había moderado la dosis… El marido la vio tan mal que envió a avisar a Lloveras. El hombre se hizo rogar pero al final se presentó en el domicilio con una nueva alternativa. Ahora había que limpiar la boca con un elixir que les llevaba. Aquello sí que iría bien, les aseguró.

María se lo aplicó y al cabo de poco media boca le quedó paralizada. Temiendo que la vida de su mujer estuviera en peligro, y sin tener demasiado dinero, el hombre de María fue a buscar el médico Jaume Sallent, que atendió la enferma. El facultativo quiso sacar el intríngulis del que había pasado y a, el inspeccionar aquel polvo blanco, ya intuyó qué pasaba; pero, para asegurarse, le pidió al químico Fructuoso Verneda que analizara la sustancia. Y llegó a la misma conclusión.

Era polvo de cantàrida, también conocida como mosca española. El nombre científico del bicho era Lytta vesicatoria y de mosca tenía poco porque en realidad era un insecto de la familia de los coleópteros que desde la antigüedad se creía que tenía propiedades medicinales. Se secaba y se aplastaba con un mortero hasta convertirlo en pizca. El peligro de aquel remedio era que en exceso tenía efectos nocivos graves como por ejemplo ampollas en la piel.

Cuando se hubo recuperado, María fue a presentar denuncia al ayuntamiento. A las autoridades no les sorprendió demasiado lo que les explicó porque hacía tiempos que iban detrás del Brujo. Y no solo porque gente con problemas de salud y poco dinero le hubieran pedido ayuda. Unos meses antes, en febrero, un par de padres también habían presentado denuncia contra el local que regentaba aquel hombre porque sus hijos, dos chicos de 22 y 17 años, iban a hacer garitos de cartas, orgías y bacanales de alcohol y prostitutas, según palabras textuales que constan en sus declaraciones.

«Expediente sancionador de salud pública relativo al café de la plaza de la Cruz Grande regentado por Marcel·lí Lloveras Cánovas, más conocido como «el Brujo», acusado de proxenetismo y vender remedios nocivos a sus clientes, recibe una multa de 500 pesetas»

Si quieres consultarlo presencialmente al Archivo Comarcal del Vallès Occidental – Archivo Histórico de Terrassa, pregunta por el expediente «CAT ACVOC-AHT, 1/1 Ayuntamiento de Terrassa, Disciplina y Salud Pública, expediente de 1892».


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