
Terrassa ha disfrutado de toda una serie de elementos arquitectónicos que por desidia, defección u ordenación urbanística han desaparecido del paisaje. El retraso en la aprobación de un plan especial que permitiera la regulación del patrimonio històricoartístico hizo posible esta defección.
En el año 1891 celebraban, con una gran fiesta popular, la demolición de las llamadas Casas del castillo y que daba fin al proyecto de dar al perímetro de la plaza una forma cuadrada.
Castell-Palau de Terrassa
Las casas derruidas correspondían a la parte delantera del, en otros tiempos, Castell-Palau de Terrassa, edificio emblemático de la villa durante mil años y que había sido residencia circunstancial de los condes de Barcelona y más tarde de los condes-reyes y que a lo largo del tiempo pasó por diferentes nobles y señores propietarios, además de hospedar, en el siglo XVII el Consejo de la Vila. Hasta que el edificio acabó transformándose en paupérrimos habitáculos de vecinos, después de que hacía muchos años que había perdido su función y que se había ido degradando su aspecto primitivo.
Por lo tanto, su evolución siguió el ritmo de las notables transformaciones a lo largo del tiempo. A principios del año 1891 el Ayuntamiento, ante la carencia de espacio en la plaza Mayor para alojar el mercado, decidió cuadrarla. El único obstáculo para hacerlo eran las Casas del castillo que sobresalían de la alienación del resto de la parte norte de la plaza. Es por eso que el Pleno del Consistorio celebrado el día 21 de marzo de 1891 aprobaba la expropiación con el número 9, 12 y 13 que correspondían al antiguo castillo de Terrassa, para proceder a su derribo.
A las diez y media de la mañana del día señalado, el 30 de marzo de 1891, el Ayuntamiento en pleno encabezado por el alcalde accidental, Josep Escudé, iban en comitiva y presididos por una orquesta, desde la Casa de la Vila en la plaza de la Constitución, acompañados por varias autoridades invitadas: el prior del Santo Esperit, Josep O. Roig y Marcet, el registrador de la propiedad, los ex-alcaldes Jaume Vallhonrat y Jaume Colomer, el diputado provincial Alfons Sala y los presidentes del Instituto Industrial y la Cámara del Comercio y, para perpetuar la memoria de este hecho trascendental por el terrassencs ochocentistas, un notario y los directores de la Revista Tarrasense y de El Tarrasense.
Un cadalso con un arco ornamental de entrada
En la parte derecha de las Casas del Castell, en el rincón de las otras casas alineadas más adentro se montó un cadalso con un arco ornamental de entrada y desde donde se hicieron los parlamentos, precedidos por la lectura de una reseña explicando las vicisitudes del expediente de rectificación y ensanchamiento de la plaza Mayor.
A continuación el alcalde dio tres golpes de martillo a las esquinas que formaban las casas 12 y 13 para significar simbólicamente el escombro del edificio. Simultáneamente desde arriba del tejado de las Casas del castillo se hacía un simulacro de escombro de “la primera piedra”, mientras todo el acto era amenizado por la orquesta Los Trullassos.
En la prensa de la época se hizo mención que durante el acto un fotógrafo hizo dos instantáneas, las cuales los historiadores no pudieron localizar hasta 100 años después, cuando el Arxiu Tobella descubrió entre el fondo particular del terrassense Frederic Miralda, la tan deseada fotografía, que ilustra la fiesta popular y que es la única imagen real que se conserva del Castell-Palau de Terrassa.
Para liberar la mala imagen de los escombros en que había quedado el resto del edificio después de su escombro, el 15 de julio de 1894 se construyeron cinco quioscos de alquiler, que la voz popular denominó barracas, destinado a lugares de venta y para la inspección de las gallinas. El año 1927 se inauguraba el café Colón, que es el edificio actual.
A principios de los años noventa con motivo de hacer obras en el bar esquinero de la calle Cremat con la plaza Vella, apareció una de las pilastras del claustro del castillo y también, cuando se reformó la plaza, se pudo reseguir el perímetro del basamento de la parte de la fachada derrocada el siglo pasado.

