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Este 2024 hace 120 años de la apertura del burdel Gurugú de Terrassa

El burdel Gurugú, que estaba ubicado en la carretera Moncada de Terrassa, forma parte de una de las fichas que podemos encontrar dentro del nuevo mapa interactivo sobre la memoria histórica de Terrassa, el cual permite descubrir anécdotas e historias que han marcado nuestra ciudad desde la Segunda República en la Guerra Civil.

Los burdeles se ubicaban estratégicamente en los extremos de la ciudad, muy alejados del centro

Los burdeles se ubicaban estratégicamente en los extremos de la ciudad, muy alejados del centro. Según relata el libro «Prostitución en Terrassa: una historia viciosa«, el Gurugú fue uno de los prostíbulos más concurridos de la ciudad. El 1901 se intentó abrir el local como bar de camareras, pero se clausuró en el jefe de 48 horas por las quejas de los vecinos. Tres años después, el 1904, se volvía a abrir el establecimiento con Jaume Simó al frente. A pesar de que se sabe poca cosa, podemos decir que cerraba a la 1 de la madrugada los días laborables y en la hora que quisiera los días festivos. No era permitida la entrada a los menores de 16 años y el juego estaba teóricamente prohibido a partir de la madrugada. Las camareras incitaban al personal a beber, se llevaban alguna comisión y, dependiendo del acuerdo con el propietario, los beneficios “de la cama” se los quedaban íntegramente ellas.

Después de la prohibición de las casas de prostitutas en 1956, fue uno de los dos burdeles de Terrassa que sobrevivieron, camuflados como bar de barra americana. El otro burdel fue el Buenos Aires, situado en Severo Ochoa. El edificio donde se ubicaba el Gurugú no se ha conservado.

Una anécdota

Santi Rius en su blog Records de Terrassa cuenta la anécdota que un terrassense anónimo le explicó sobre el Gurugú:

Un día se encontraba sentado dentro del bar del Gurugú. Se ve que cerca suyo había otro hombre tomando una copa y de repente vio que entraba una pareja de policías. Al verlos pensó que iban por él y rápidamente se levantó y salió para evitar que lo cogieran. El hecho es que en la salida del local había como un trozo de tierra sin asfaltar y solo un par de losas de piedra servían de paso, dejando por debajo un tipo de tubo por donde cirulaba el agua cuando llovía. Como no sabía que hacer, el hombre se intentó esconder en el tubo pero con la mala fortuna que los policías lo vieron.

El hecho es que él apenas cabía y cuando los policías intentaron sacarlo, estirándolo por los pies, la cabeza le quedó dentro y las orejas se le giraron causándole un dolor muy grande. «·Quien me ha explicado la anécdota dice que los gritos se escuchaban de muy lejos».

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