El 16 de marzo de 1938 se inició el peor bombardeo que sufrió Barcelona durante la Guerra Civil. Entre las 22:08 del 16 de marzo y las 15:07 del 18, la Aviazione Legionaria italiana al servicio de Franco castigó a la población civil durante 41 horas casi ininterrumpidas. En Terrassa y en Matadepera también cayeron bombas del cielo, pero en enero de 1939.
Última campaña de bombardeos aéreos, entre enero y febrero de 1939
Cuando la Guerra estaba acabando en Cataluña, se ejecutó la última campaña de bombardeos aéreos, entre enero y febrero de 1939. Terrassa fue bombardeada el día 24 de enero, a primera hora de la mañana, por cinco FIAT-BR de la 230ª escuadrilla y cinco más de la 231ª, que lanzaron 80 bombas de 100 kg. Los aviones llegaron del norte. El núcleo urbano se salvó de los ataques. La zona afectada fue la situada entre la carretera de Montcada y la actual avenida de Àngel Sallent, en la zona suroeste de Ca n’Aurell, entonces alejada del núcleo urbano.
Al día siguiente, el 25 de enero, un puente de la carretera de Matadepera fue el tercer objetivo de los Savoia 5-79 de la aviación italiana peninsular. A diferencia de Mollet y Sabadell, el objetivo fue encargado al XXX Grupo de Bombardeo Rápido, que empleó tres aviones de la 280ª escuadrilla y dos de la 289ª. El objetivo era el puente de la carretera de Sabadell, pero no lo derribaron. Las bombas cayeron hacia la zona de las calles de Can Pous y Ricard Marlet, muy cerca de la riera de les Arenes.
Si el objetivo no era aterrorizar a los civiles ni dejar inoperativa la industria, ¿qué impulsó a la Aviazione Legionaria a marcar el Vallès como objetivo militar? La respuesta la encontramos en Sabadell, donde se encontraba el aeródromo donde se estacionaban las escuadrillas de combate, siendo además una de las sedes de la aviación de caza nocturna que protegía Barcelona. Además, era la base de los aparatos militares de pasaje que enlazaban Cataluña con la zona sur republicana. Sabadell, y Terrassa, tenían muchas probabilidades de sufrir bombardeos de las tropas franquistas, pero no fue así porque en cualquier caso, Terrassa y Sabadell interesaban en un estado más o menos intacto. El Bando Nacional tenía la voluntad de no dañar la industria, pensando en términos de futuro y de gestión de las ciudades vencidas.