
Es de aquellas historias que golpearon la sociedad del momento y que después quedan demasiado escondidas. El 9 de febrero de 1939 un avión militar de bombardeo, un Heinkel He-111 de la Legión Cóndor, se averió y el piloto se vio obligado a hacer un aterrizaje de emergencia. El aparato, con los motores parados, cayó en el tejado del Vapor Aymerich, Amat y Jover de Terrassa, transformado hoy en el Museo Nacional de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña. Todo apunta apunta a que el piloto le pareció que era un espacio diáfano. Hubo heridos -los cinco tripulanys alemanes-, pero a pesar de la vez la fábrica resistió intacta, y el avión permaneció unos días en el lugar, donde lo desmontaron pieza a pieza.
El aparato estaba tripulado por un comandante y cuatro subalternos
El aparato estaba tripulado por un comandante y cuatro subalternos. El oficial fue el que salió más malparado a pesar de que sobrevivió, Los demés tripulantes salieron ilesos con heridas de poca consideración. Los atendió el doctor Busquet, nos explica Joaquim Verdaguer. Quince días después de que la ciudad de Terrassa cayera en manos del ejército franquista, el 9 de febrero de 1939; un avión militar, seguramente procedente del bombardeo de Roses y con destino al aeródromo de Sabadell, se averió a su paso por encima de Terrassa.
El piloto, buscando un lugar para aterrizar, vio un espacio uniforme desde la altura para hacer un aterrizaje de emergencia
El piloto, buscando un lugar para aterrizar, vio un espacio uniforme desde la altura para hacer un aterrizaje de emergencia. Era el tejado ondulado de la fábrica Aymerich y Amat que vista de sur a norte el piloto confundió por un espacio adecuado. El avión, alemán del tipo Heikel de la Legión Condor, se estrelló sobre el tejado modernista pero curiosamente no produjo ningún desperfecto de la misma.
Según David Gesalí y David Iñíguez, sufrió una pana mientras se dirigía a la aeródromo de Sabadell, donde había estacionada la Legión Cóndor que participaba en los últimos combates de la Batalla de Cataluña.