
Los adolescentes ya no se acuerdan porque fue justo en 2000 que bajó las puertas. Pero dónde actualmente encuentran la tienda Zara, en la rambla de Ègara, había habido uno de los cines más importantes no solo de Terrassa sino del país. El Cine La Rambla se inauguró un 11 de abril de 1935, ahora hace 89 años, y estuvo en activo hasta el 29 de octubre de 2000, cuando sus propietarios, los empresarios Joan y Pere Mollet y Enric Gratacós, anunciaron que cerraban definitivamente las puertas de la sala. Fue un golpe duro, porque ocho meses atrás los egarenses habían visto ya como se clausuraba otro cine emblemático, el Principal. Cuatro años más tarde, el 2004, los cines acogían la apertura del principal establecimiento en la ciudad de la gran cadena de Amancio Ortega.
Exterior e interior del edificio se fueron rehabilitando y restaurando
A pesar de que tanto el exterior como el interior del edificio se fueron rehabilitando y restaurante, adaptándose a los nuevos tiempos y necesidades, los cines no pudieron evitar su cierre. Tal y como recuerda el portal Records de Terrassa inicialmente fue conocido como “el cine nuevo”, y fue entonces que era referencia en el Estado para ser uno de los cines con más capacidad. Hasta 2.400 personas podían presenciar una de las proyecciones a la sala grande.
El primer precio de las entradas fue de 1,25 pesetas a platea y 1,50 pesetas a preferencia
El primer precio de las entradas fue de 1,25 pesetas a platea y 1,50 pesetas a preferencia (el primer piso). Como curiosidad, Josep Maria Riera, en uno artículo publicado a Diario de Terrassa, recuerda que la primera película que se proyectó fue La princesa de la Zarda, un film dirigido por Robert Herith y Walter Röhrig, con Marta Eggert y Hans Söhnker como protagonistas.
Hay que recordar un hecho trágico que tuvo lugar durante las obras de construcción del cine. Fue el 19 de junio de 1934, cuando tres trabajadores perdieron la vida. «Mientras cuatro obreros enfondien los sótanos del edificio del nuevo cine, una ensulciada del terreno los ha sepultado, muriendo tres y quedando el otro gravement herido», recitaba el diario La Acció, especulando que el accidente podía haberse producido por la poca consistencia del terreno o porque había paredes mal apuntaladas. Sea por el que sea, Riera recuerda que los tres hombres muertos -junto con un cuarto obrero que resultó herido- eran vecinos de la ciudad, y que murieron al quedar sepultados por una gran cantidad de tierra.
Del edificio se puede decir que fue obra de los arquitectos Ignasi Escudé Gibert y Manuel Solà Morales Roselló, que diseñaron una fachada con composición simétrica, concebida horizontalmente y plana, siguiendo un lenguaje racionalista. Hay que decir que en el vestíbulo se conserva la estructura original a doble levantada, con galería superior de acceso al anfiteatro, tragaluz central y atrio de seis columnas a nivel de planta y dispuestas en semicírculo que da al conjunto una gran riqueza espacial.