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Unipost Terrassa marca el antes y el después en la desobediencia civil

A primera hora de la mañana del día 19 de septiembre de 2017 seis unidades de la Guardia Civil irrumpían por sorpresa y sin orden judicial en la sede de Unipost, en la confluencia de la calle Mare de Deu de Àngels con Cervantes, con la intención de encontrar notificaciones censales para las mesas del referéndum.

Más allá de la constatación que el independentismo servía de enèssimo pretexto para cohesionar el nacionalismo español y justificar un modus operandi represivo muy arraigado, la respuesta ciudadana acontecería un punto de inflexión, un antes y un después como ejemplo de desobediencia pacífica y comienzo de las movilizaciones que desembocarían en el 1-O.

Guardia Civil y Mossos haciendo un cordón con los manifestantes a Unipost Terrassa | Cristóbal Castro
Guardia Civil y Mossos haciendo un cordón con los manifestantes a Unipost Terrassa | Cristóbal Castro

El espejo donde un día después se reflejarían los manifestantes ante la Consellería de Economía de Barcelona y que, no solo arreciaron el ‘a miedo ellos’ sino que, a la vez, retrataría la equidistancia de la “gauche caviar” hasta el extremo que aquel diciembre Pablo Iglesias responsabilizaría el independentismo de haber despertado el fascismo.

“Queremos que sea una marcha pacífica y simbólica en defensa de los derechos civiles” recordó Mario Soria, coordinador del ANC Terrassa, y el lema fue seguido de pe a pa: ninguna incitación a la violencia sino llamamientos a la calma y resistencia cívica continuada que acabarían con el canto de Los Segadores.

“Llegamos a ser un gentío, con militantes de todos los partidos independentistas, gente de la calle sin más afiliación, abogados, diputados… Me gustó ver como, de una manera cívica, pacífica e incluso festiva, nos encarábamos a todo un despliegue de furgonetas y policías” recuerda Màrius Massallé, maestro y exregidor de Medio Ambiente del consistorio egarense.

Concentración a las puertas de Unipost | Cristóbal Castro
Concentración a las puertas de Unipost | Cristóbal Castro

Una de las imágenes icónicas de aquella jornada fue la de Massallé paseándose entre los agentes con una pancarta de Òmnium que llevaba la palabra ‘Democracia’, interpelándolos a garantizar una votación segura en ninguna parte de torpedearla, asegurándolos que se aceptaría aquello que la mayoría decidiera.

Por su parte, el regidor de Urbanismo, Medio ambiente y Sostenibilidad y Energía Carles Caballero lo vivió “con incredulidad, porque era el primer día que muchos de nosotros veíamos agentes de intervención de la Guardia Civil en Cataluña, y estaban en Terrassa, y después con orgullo, por la reacción de la gente. Y también con un punto de respeto: estábamos desafiando el Estado, que empezaba a mostrar las zarpas”.

Pep Forn, regidor de Economía Social, Innovación, Universidades, Turismo y Proyectos Audiovisuales, lo rememora con una mezcla “de emoción, determinación y cierta tensión, porque no sabíamos qué sería la reacción de las fuerzas policiales y queríamos asegurar que la respuesta popular fuera en todo momento pacífica. Nos dio fuerzas para superar los escollos que el estado nos iría poniendo”.

Concentración a las puertas de Unipost | Cristóbal Castro
Concentración a las puertas de Unipost | Cristóbal Castro

Tragicomedia en la sala

Una realidad tergiversada durante un juicio esperpéntico que, con la connivencia de la caverna mediática, anticiparía un sistema español emperrado al priorizar la indisoluble unidad como bien jurídico supremo. El abogado Jordi Pina preguntó al agente que se había sentido amenazado por “miradas de odio extremo” si en algún momento alguno de los centenares de los concentrados habían intentado entrar a Unipost y admitió que no, que salieron ilesos y ni siquiera los vehículos sufrieron daños; también defendió la ausencia de orden judicial con el argumento que son policía administrativa.

En este sentido, el jurista y catedrático de Derecho Penal Joan Queralt lo calificó de irregularidad, dado que la causa se fundamentaba en diligencias de fiscalía –no es autoridad administrativa-, y el cacheo derivaba de denuncia penal, del mismo modo que la entrada a domicilios o a lugares cerrados se regula al Código Penal. Un catedrático de Derecho Procesal de la UB apuntaba que si todos los testigos coincidían al hablar de caras de odio es porque lo habían consensuado antes de entrar a la sala.

La lista de incongruencias resulta amplia: un comandante diciendo que había personas sobreexcitades que los increpaban y fustigaban; un coronel atestiguando a pesar de no estar allí; desplazar la ubicación céntrica de Unipost a un polígono o el hecho que el secretario judicial quisiera acceder a la zona con el coche si bien llegaba andando 20 metros, forzando una situación de violencia que no encontró. “Los policías no están entrenados para pensar por ellos mismos y los habían adoctrinado sobre qué tenían que decir y como”, remacha Massallé. “Si repasas el relato de después de las concentraciones ante Economía, todavía se debían de quedar cortos en las mentiras y falsedades”, añade Caballero.

Pep Forn tuiteó que era “muy feo mentir en un juicio”, en referencia al agente que había certificado no haber visto nunca nada igual seguramente solo obedecían las consignas que venían de arriba. “El delegado del gobierno y otros cargos estatales hacía días que esparcían mentidas sobre lo que pasaba en Cataluña y relataban un escenario de violencia y rotura de la convivencia del todo irreal”.

Sentada pacífica ante las puertas de Unipost, registrada por la Guardia Civil | J.M.O.
Sentada pacífica ante las puertas de Unipost, registrada por la Guardia Civil | J.M.O.

Un capitán de la guardia civil declaró haber encontrado cinco notas de entrega y facturas proforma de departamentos de la Generalitat pero el mayo de 2018 Le Monde publicaría que las papeletas se editaban en la Cataluña Norte y las urnas venían de Marsella, desmontando así la teoría de la malversación de fondo. Todo ello no habría sido posible, apuntan algunas fuentes, sin el corporativismo policial, empezando por la municipal: la subjefa de la comisaría de Terrassa admitió que tuvieron que coordinarse con la ARRO para facilitar la salida de la guardia civil –que a primera hora había rehusado la ayuda-, Trapero autorizó el uso de la fuerza y el comisario Ferran López reveló que la Benemérita los había felicitado por la actuación de orden público llevada a cabo. Para defenderse de un guardia civil que lo acusaba de haber instado a increpar los agentes durante el cacheo, Miquel Sàmper, entonces regidor y después consejero de Interior de la Generalitat, se defendió señalando que simplemente había mediado entre la gente y las fuerzas de seguridad porque así le habían pedido.

Doble engaño?

“A menudo se llama que todos estábamos engañados y probablemente es verdad. Pero el engaño más grande es que nos habían hecho creer que vivíamos en un democracia consolidada. Descubrimos que para defender la unidad territorial estaban dispuestos a pisar los principios democráticos, incluso a atacar violentamente a sus ciudadanos”, se queja Forn.

Visto en perspectiva, Massallé admite que quizás hubo ingenuidad o exceso de confianza al pensar que el estado español se vería obligado a aceptar la democracia. “A pesar de saber que delante teníamos un estado totalitario, demòfobo y anticatalán, pensábamos que en pleno siglo XXI y en Europa occidental no podría actuar con la violencia que lo hizo el 1 de Octubre”.

La ofrenda floral a la pilona rota por los agentes en el segundo cumpleaños de los hechos de Unipost puede resultar una nota cómica pero bastante sintomática de una progresiva desmovilización, aguada por las restricciones de la Covid, el retroceso de las primeras espadas políticas y la vigencia de la actuación policial-impunidad judicial-blanqueamiento mediático. Ante el riesgo del bonismo de reducir a paellas y batucadas la lucha contra las arbitrariedades del sistema, hay que tener presente que algunos se jugaron la piel literalmente y que Terrassa marcó el camino. Atendiendo a Caballero, “existe una causa razonable que no se ha diluido. Estamos obligados a creer en la esperanza”.

El independentismo revive la entrada de la Guardia Civil a Unipost Terrassa

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