Aún no lo puedo entender.
Se me escapa el motivo por el cual Terrassa sufrirá el recorte más grande de la historia en la escuela pública: el 10% del cierre de líneas de todo el país en 1º de ESO y el 4,5% en i3, a pesar de representar solo el 3% de la población. El mayor golpe del país se hace en nuestra ciudad, con mucha diferencia.
El argumento de la bajada de alumnos que deben entrar en 1º de ESO puede parecer coherente para quien no conozca el tema, pero aplicado a Terrassa no tiene sentido. La ciudad crece gracias a la llegada de población expulsada del Área Metropolitana de Barcelona y de otros lugares del mundo, lo que genera cerca de un millar de solicitudes de escolarización nueva cada año.
En concreto, los alumnos que este año hacen 6º y el año que viene cursarán 1º de ESO -los afectados por el recorte- son 60 más que el año pasado. Solo en un año, la demanda ha aumentado lo suficiente como para necesitar dos líneas adicionales. Los alumnos que actualmente hacen 1º de ESO son 80 más que cuando cursaban sexto. Esto, en un año sin grandes promociones de pisos, como las que se acabarán próximamente en la antigua AEG o en Can Colomer, ya indica una tensión creciente en la planificación escolar.
En pocos meses, los grupos de 1º de ESO superarán la ratio permitida, y se tendrán que abrir aulas en diferentes centros para absorber la demanda. La improvisación siempre es peor que la planificación.
No es adecuado presentarlo como un conflicto entre escuela pública y concertada, aunque el esfuerzo se pida solo a la pública. Se trata de un problema de Terrassa, fruto de una decisión incomprensible e irresponsable de la Generalitat y de la inacción del Ayuntamiento, incapaz de plantear ninguna alternativa. Es incomprensible que la planificación no se haya hecho teniendo en cuenta un futuro, que ya es presente, de crecimiento. Pero también lo es que no se haya hecho una planificación global, mirando la ciudad y todos los centros que conforman el sistema público de educación en conjunto. No hacerlo ataca directamente la igualdad de oportunidades en algunos barrios.
Con estos datos y esta situación, queda claro que hay alternativas a los recortes. Un pacto de ciudad, como el que impulsamos hace unos años, habría permitido establecer una ratio de 27 alumnos en 1º de ESO y de 25 en los centros de máxima complejidad. Esto habría evitado el cierre de líneas en la preinscripción y ayudado a reducir la sobreoferta para prevenir la segregación escolar. Hay soluciones, solo hace falta voluntad política, y mucho, muchísimo, trabajo.
No es justificable dinamitar proyectos educativos por falta de planificación política. La comunidad educativa y los grupos de la oposición hemos conocido esta decisión cuando ya estaba tomada. He llevado el caso al Parlamento y he hablado personalmente con la consejera, haciendo un trabajo que el gobierno municipal o servicios territoriales deberían haber hecho el pasado noviembre. Tres regidoras de Educación en veinte meses no han ayudado, al igual que un gobierno socialista que ahora actúa en contra de lo que defendía cuando estaba en la oposición.
Terrassa no se merece este caos. Terrassa y Cataluña se merecen gobiernos en los que podamos confiar.

