En septiembre no solo comienza el curso escolar, también lo hace el político. Es el momento de hacer balance y de poner sobre la mesa cómo estamos y hacia dónde vamos. Y más en un año en que ya entraremos en campaña electoral, con la vista puesta en mayo de 2027. Ya hemos superado la mitad del mandato, y en estos dos años, Terrassa ha vivido varias sacudidas, como ciudad pero también dentro del Ayuntamiento.
Una de estas fue la salida de Esquerra Republicana del gobierno en coalición con Tot per Terrassa y Junts per Terrassa. Esto obligó al gobierno a reorganizarse y también cambió la aritmética en el pleno municipal. Ya no había mayoría.
Ha pasado casi un año desde que el partido liderado por Ona Martínez tomó esa decisión. Y subrayan que aunque a muchos les sorprendió, fue “por coherencia” y, sobre todo, motivada por “la pérdida de confianza”. En un encuentro con los medios, los dos concejales republicanos coinciden en que “iniciamos un mandato con un proyecto ambicioso y de futuro” pero que rápidamente quedó truncado porque el partido mayoritario “con demasiada frecuencia va hacia adelante y hacia atrás”. La gestión de los grandes temas de ciudad, donde “habría que ser valiente”, han quedado detenidos o escondidos “con grandes promesas que han acabado siendo humo”.
La agrupación municipal no es optimista en que en estos casi dos años que quedan la situación mejore. “Se nos presenta un año complicado”, alertan. Este otoño habrá que votar presupuestos y ordenanzas y el gobierno no tiene asegurada su aprobación. ERC no lo pondrá fácil. Reclamará saber en qué punto se encuentran “todas las promesas que nos hicieron” y que derivaron en la abstención el año pasado. Y exigirá coraje. “Entendemos que los recursos son escasos, pero con lo que tenemos debemos ser lo más eficientes posible. Y ahora no lo somos”, apuntó Pep Forn. Y lamentaron que “esperamos poco de este gobierno del ir haciendo”.
ERC sabe que nos encontramos en un punto de inflexión y ellos quieren ser partícipes del cambio. Se muestran satisfechos con su trabajo en la oposición, “porque desde aquí también se construye ciudad”, pero no ocultan que ellos son “un partido de gobierno, queremos trabajar por la ciudad donde somos más útiles, y en el gobierno lo seríamos”. Preguntados sobre un posible retorno al ejecutivo local, no cierran la puerta. Pero subrayan que las condiciones actuales no son las idóneas.
“El problema es que este gobierno no genera confianza de que pueda estar a la altura de los retos que tenemos delante”, dicen y añaden que “si no están dispuestos a recuperar la coherencia, a gobernar de otra manera, sin anuncios y humo sino con hechos, a recuperar la confianza de la ciudadanía y de sus propios trabajadores, vemos difícil” hacer un pacto. A pesar de todo, sentencian que “somos conscientes de que Jordi Ballart no lo logra solo, y le ofrecemos nuestra ayuda, pero esta no será a cualquier precio”.
Presupuestos, industria y POUM, grandes temas del año
“La ciudad se está empobreciendo, la gente pero también el Ayuntamiento. Esto es un gran problema. El año pasado no se subieron los impuestos como correspondía por el IPC. Este año habrá que hacerlo, porque si no estás poniendo en riesgo los servicios hacia la ciudadanía”, han recordado. Pero no solo hará falta “valentía” en los presupuestos, también en otras grandes decisiones clave para el futuro de la ciudad. Por ejemplo, el POUM y la gestión del crecimiento demográfico de la ciudad. Los republicanos apuestan por hacer uno nuevo, porque “los criterios con que se hizo en 2003 ya no son los de hoy”, y porque es la mejor herramienta para desarrollar la ciudad con criterio.
Aquí ponen sobre la mesa sus dos principales preocupaciones: vivienda y empleo. Creen que hay que decidir qué ciudad queremos ser y estos son los dos ámbitos clave para hacerlo. ¿Dónde construimos pisos y cómo? ¿Y qué hacemos con la pérdida de la industria?, se preguntan. Can Colomer, por un lado, y los Bellots, por el otro, son dos grandes áreas que pueden condicionar el futuro terrassense.
“Necesitamos que Terrassa vuelva a ser punta de lanza del país. Hace falta una ciudad moderna, ambiciosa, que sepa de dónde viene y hacia dónde va. Hace falta menos humo y más hechos. Debemos gobernarla con criterio porque si no corremos el riesgo de perder la ciudad tranquila y con calidad de vida que tenemos y apreciamos”, recalca Martínez.