Son catorce testimonios vivos de una época, entre los años sesenta y setenta del siglo pasado, en la que su lucha política, sindical, vecinal y cultural sirvió para ir resquebrajando el franquismo hasta recuperar la democracia y en la que se conoció la ciudad como Terrassa la Roja. Este es el subtítulo del documental ’60-70: luchas, represión y memoria’, que Manel Sarrau, Cristóbal Castro y Ferran Ladero presentaron este lunes en el cine Catalunya, la semana además que el 20 de noviembre se cumplen cincuenta años de la muerte del dictador. Sus autores han buscado figuras, tanto hombres como mujeres, que cuentan una memoria aún existente para que quede registrada para siempre para las generaciones futuras.
Por orden alfabético, son la activista política Carmen Bellaescusa, el activista cultural Josep Maria Font, el activista cultural Feliu Formosa, el activista político Roc Fuentes, la activista política Maria Gallardo, el activista sindical Francesc Gordillo, la activista política Asun Hernández, la activista vecinal Consol Hernández, el exalcalde de la Transición Domènec Jofresa, la activista sindical Cati Moreno, el activista político Domènec Martínez, el activista vecinal Ferran Pont, el activista sindical Pere Puntí y el activista social como sacerdote Pep Ricart. A estos, se suman con su música el cantautor Rafa Pino, que formaba parte de las luchas, y la actriz Rosa Boladeras, que recita una poesía.
Un trabajo audiovisual pendiente de memoria democrática
«No había ningún trabajo audiovisual donde quedara recogido, de primera mano, aquellas personas que fueron protagonistas de aquella época», explica como interés de su documental el periodista ahora jubilado Manel Sarrau recordando que sí hay un trabajo bibliográfico de los historiadores locales pero faltaba este documento audiovisual mientras aún queden protagonistas. Por su parte, el veterano fotógrafo Cristóbal Castro enfatiza que sí que los había capturado en foto a la mayoría pero que con eso no era suficiente. «Yo hago fotos, pero las fotos no cuentan esta historia, había que ir más allá», recalca destacando, además, el hecho de que haya cinco mujeres cuando «siempre parece que la historia la hacen los hombres y estas mujeres también sufrieron la cárcel y la represión».

El tercer autor es el joven cámara y editor también de Terrassa Ferran Ladero, que con su participación toma el relevo generacional de esta memoria. «No estoy nada cómodo con la situación política que hay ahora mismo y, saber cómo la gente luchó para que nosotros ahora podamos vivir como vivimos, es importante», nos reconoce Ladero.
En este sentido, Sarrau explica que el objetivo del documental trasciende el valor meramente de recordatorio. «Aprovechando el momento en que estamos, que se pone en cuestión la democracia, no lo hemos hecho tanto pensando en esos líderes de la época sino que se pueda pasar a los institutos y las escuelas y que esto genere reflexiones», avanza. «Si, además, quieren tirar de alguno de los protagonistas e invitarlo a dar una charla, que lo hagan», anima.
De la protesta en 1967 en la Rambla a la manifestación de la Diada en 1976
El documental se acota a unos 55 minutos y, aunque sigue un hilo cronológico y se basa fundamentalmente en el testimonio de los entrevistados, los autores los han ido a grabar en los lugares simbólicos donde llevaron a cabo su lucha a partir de los hechos más destacados de esta época. «La manifestación de las piedras en octubre de 1967 en la Rambla, las asambleas de las Comisiones Obreras (CC.OO.) en la Font de les Canyes de la carretera de Castellar los fines de semana, la huelga de la AEG en 1970, el primer mitin en el Estado del comunista Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) en el Sferic en mayo de 1977 y la manifestación de la Diada en 1976, la primera también en Cataluña, en septiembre de 1976», nos resume Sarrau.

Terminan con estas dos convocatorias de la oposición democrática después de la muerte de Franco en 1975 y comienzan como fecha simbólica con las trágicas riadas de 1962. «Lo arrancamos aquí porque la Riada coincide con el boom en Terrassa de la inmigración del resto del Estado y la manera en que aterriza, sin servicio, sin nada», sitúa el periodista. «En aquel momento, mucha gente tomó conciencia y se puso a luchar por muchas cosas. Lo primero que hacemos es explicar cómo estaban los barrios, dejados de la mano de Dios. Y, después, nos vamos al Ayuntamiento para ver cómo lidiaron con unos barrios que también empezaban a ir al Ayuntamiento, a quejarse».
Archivos de imágenes y escondites inéditos
Por este motivo, uno de los personajes escogidos es el exalcalde Domènec Jofresa, que fue concejal franquista y mandó durante un año y medio durante la Transición, entre 1977 y 1979, antes de afiliarse justo después a la Convergència Democràtica de Catalunya de Jordi Pujol. «Nos cuenta que el Ayuntamiento no tenía ni un duro con la anécdota de que un concejal, Pere Sancerni, se llevaba las bombillas de su tienda de electrodomésticos y no las cobró nunca. Esto demuestra la precariedad de la época. Había precariedad en los barrios, en el Ayuntamiento, y así había que reconstruir toda una ciudad. Precariedad en la industria textil, que se vino abajo, con el cierre de las empresas y la gente saliendo a la calle», enumera el guionista.

El otro gran escollo en su realización es que prácticamente no hay imágenes de estos sucesos, ni en foto y menos en filmación. «No existían móviles y a ver quién demonios iba a las asambleas clandestinas de la Font de les Canyes y sacaba fotos y se guardaba el carrete en casa», compara Sarrau de la situación de hoy. «O quién iba a la manifestación de las piedras contra la policía de la Rambla y tomaba fotos. Hemos encontrado algunas cosas, pero hemos tenido que echar de mucha imaginación a la hora de recrear lo que pasaba», precisa. Así, para este episodio en concreto han grabado imágenes de vías del tren pasándolas al blanco y negro y moviendo piedras mientras los protagonistas hablan.
Pero Castro también matiza que «hay muchas fotos inéditas», que se han conseguido de archivos o de las mismas familias. Es el caso de unas fotos que ha aportado la misma esposa de Roc Fuentes del famoso mitin del Sferic, con 6.000 personas. Otras provienen de hallazgos más curiosos. Como, por ejemplo, del hijo del exdiputado en el Congreso del PSUC Cipriano García. «Cuando haciendo obras tiraron abajo la pared de la cocina, allí descubrieron materiales subversivos de la época, como por ejemplo unos panfletos de la huelga de la AEG, y lo filmaron», explica Sarrau. Aún más llamativo son las imágenes que revelan cuál era la logística en casa del histórico comunista Cayetano Apolo Jiménez, después líder de la asociación de vecinos de La Maurina. Es su viuda y también activista política Carmen Bellaescusa quien les ha abierto las puertas. «La casa está más o menos igual y tenemos la foto de la pared donde cada mes se escondía el ciclostil para imprimir los diarios comunistas Mundo Obrero y Treball. Cada mes volvían a poner los ladrillos, enyesaban y el ciclostil quedaba escondido hasta que se tenía que volver a editar y se volvía a tirar la pared abajo», relata el periodista.
Más allá del PSUC y CC.OO.
Es una evidencia que el PSUC y CC.OO. eran las fuerzas dominantes en estas acciones. Pero los autores de la cinta no han querido identificar a sus protagonistas con siglas políticas y sindicales y los han enmarcado como activistas en diferentes ámbitos, también para dar cabida a otros sectores antifranquistas como los democristianos y los socialistas. Por eso, el exdiputado en el Parlamento de Unió Democràtica per Catalunya Ferran Pont aparece como activista vecinal de Ca n’Anglada o el exmiembro de la UGT Pere Puntí es quien habla de la huelga de dos meses de la metalúrgica AEG. Y también se ha escogido al jesuita Pep Ricart que, desde sus homilías de la parroquia de Sant Llorenç-Ègara, con un policía nacional vigilando en la misma iglesia, invitaba a los feligreses a las manifestaciones en solidaridad con las duras condiciones sociales. «Lo fueron deteniendo en la fábrica y se lo llevaron directamente a la cárcel de Carabanchel», precisa Sarrau.


El documental, que comenzaron el marzo pasado, lo han financiado los autores con su dinero. Y, en función de la reacción en la presentación en Terrassa, se plantearán si a alguna productora le puede interesar comprarlo para la televisión. «Puedo tener la duda si está hecho muy en clave local y, por tanto, si hay muchas cosas que se entienden si eres de Terrassa», reflexiona Sarrau. «Pero hay historias que se podrían extrapolar a la gente de Tarragona, Girona, Barcelona o L’Hospitalet. «La gracia de aquí es que, en aquel momento, la ciudad se convirtió en Terrassa la Roja y quedó acuñado este término y, por ejemplo, en L’Hospitalet no se acuñó L’Hospitalet la Roja«, confía su guionista como documental que también tenga un recorrido fuera de la ciudad.


