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Se abre el mirador de La Mola con la exposición permanente de parque y monasterio

Casi dos años después de haberse cerrado el restaurante y un año después de haberse comenzado la rehabilitación del espacio, este martes se abre la llamada Sala Mirador del monasterio de La Mola con una exposición permanente del entorno milenario y del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac. Desde los 1.100 metros de altura del lugar, se puede contemplar a través de los ventanales la impresionante vista de la llanura vallesana y, en los días soleados, incluso el mar barcelonés. El mirador está precedido por una entrada a modo de recepción y en las tres salas del interior se puede apreciar mejor una exposición que, en parte, ya existía en otro espacio del recinto pero más escondido y que ahora se convierte en refugio para los excursionistas en los días de fuerte calor o intenso frío. Esta es la culminación por parte de la Diputación de Barcelona, como gestora del parque, para que la actividad de restauración diera paso a una menor afluencia que preservara el entorno natural y arquitectónico del entorno y que se acompaña de un sistema autosuficiente de placas fotovoltaicas y de lavabos secos.

Precedido por la rigurosa subida de media hora a pie, una vez llegado con vehículos autorizados de los guardas forestales a la masía de Can Pobla, los máximos responsables del monasterio de La Mola quisieron escenificar esta apertura que marca una nueva etapa en este simbólico recinto. Estaban el diputado de Espacios Verdes de la Diputación, Xesco Gomar, la directora del Parque de Sant Llorenç, Sònia Llobet, y el alcalde de Matadepera, Guillem Montagut. Todos ellos acompañados de otros responsables políticos, técnicos y los mismos guardas forestales.

Los responsables de la Diputación de Barcelona, la dirección del Parque de Sant Llorenç y del ayuntamiento de Matadepera con los guardas forestales en el nuevo Mirador de La Mola | Vicenç Batalla

«No hemos hecho una reforma para que la gente dejara de venir», recordó Gomar refiriéndose al hecho de que es verdad que, desde que no se le prorrogó en enero de 2024 la licencia al restaurante, se constata un 21% menos de visitantes en La Mola. «Es un lugar para que la gente venga, pero ahora ya no hay el deterioro que había anteriormente con las ocho, diez mulas que hacían el trabajo de transporte por este espacio», recordó el diputado sobre la necesidad constante de ir rehaciendo los caminos, añadiendo que había gente «que solo venía a la actividad de restauración». En este sentido, el responsable de la Diputación quiso remarcar que «hay más de 70 actividades de restauración en el conjunto del parque», como alternativa al cierre en La Mola.

En otro momento, Gomar explicó que hay un cambio importante respecto al ruido del generador que utilizaba el establecimiento dada la falta de electricidad del lugar y que, en estos momentos, se suple con unas placas fotovoltaicas limitadas al techo de la torre del monasterio y que acabarán teniendo, como máximo, una extensión de 24 metros cuadrados y una potencia de 5 kilovatios para tener en cuenta el carácter de monumento histórico del recinto. Por otra parte y dada también la inexistencia de alcantarillado, ya hace doce meses que existen unos lavabos secos en los que la parte sólida acaba extinguiéndose y la líquida se retira y se lleva al vertedero regularmente. En el primer trimestre del año que viene, estos lavabos se ubicarán donde estaba la cocina del restaurante. Todo el proceso de limpieza y vaciado del espacio de hospedaje para convertirlo en mirador, incluida la evacuación con helicópteros, ha costado 60.000 euros. Si se añaden los análisis para el plan de movilidad de los accesos a La Mola, el presupuesto se eleva a 250.000 euros.

Sobre datos más recientes de afluencia de visitantes, la directora del parque quiso esperar a que terminara este año 2025. «No es solo el número de personas que suben, sino cómo suben estas personas y qué tipo de visita hacen», matizó Llobet. «Está la calidad de la visita y qué acabas buscando aquí arriba», añadió. Como recordatorio informativo, el mirador se podrá visitar cada día desde las diez de la mañana -las nueve en según qué épocas del año- hasta las dos de la tarde, mientras que la iglesia románica seguirá estando abierta hasta las cuatro, cuando el personal ya empieza a bajar.

Un presupuesto de 450.000 euros en accesos en 2026 y zonas verdes para aparcar en Matadepera

En su caso, el alcalde de Matadepera se felicitó de que este cambio de uso en La Mola puede favorecer el descubrimiento de otros lugares de la montaña. «Esto da la oportunidad de que no todo sea subir a esta cima, porque hay muchos otros rincones del parque que son fantásticos de ver», aseguró Montagut poniendo como ejemplo La Roca Encavalcada o la Cova de l’Estrella, y mencionando que hay itinerarios para los visitantes para hacer rutas circulares. «Hemos empezado por lo más alto y, ahora, iremos bajando hasta llegar al núcleo de Matadepera para ordenar también las entradas al parque natural y los aparcamientos», subrayó, por otra parte, sobre el trabajo que queda por hacer.

El alcalde de Matadepera, Albert Montagut, el diputado de Espacios Naturales de la Diputación, Xesco Gomar, la directora del Parque de Sant Llorenç, Sònia Llobet, y el teniente de alcalde de Territorio, Francesc Llobet, en la recepción de La Mola | Vicenç Batalla

Respecto a los accesos, el jefe del servicio de Inversiones y Obras de Espacios Naturales de la Diputación, Albert Abaurrea, adelantó que en 2026 está previsto un presupuesto de 450.000 euros. Se trata de la habilitación de toda una serie de aparcamientos en la carretera de Talamanca y el arreglo del camino de los Monjes de subida desde el lugar clásico de Can Robert.

Por su parte, el Ayuntamiento tiene previsto adjudicar a principios del año que viene la concesión de cuatro zonas verdes de aparcamiento con una capacidad de hasta 700 plazas para los visitantes de fuera de la población ahora que el camino de Can Robert ya no funciona como aparcamiento. Esto ha originado un importante problema de congestión para los vecinos de las calles más cercanas los fines de semana. Actualmente, ya se están pintando las zonas que serán cuatro (tres alrededor de Can Robert, Cavall Bernat y los llamados Depósitos por donde pasa el Camino de los Monjes y una cuarta para subir a la Casa de l’Obac) y serán de pago para una jornada completa los fines de semana, festivos y los meses enteros de julio y agosto con un precio aproximado de cinco euros, según informó a MónTerrassa el teniente de alcalde de Territorio, Francesc Llobet.

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