Carmen A. es una vecina de Terrassa que ha pedido a
«No era un gato abandonado, era un gato perdido»
«Mis padres tienen 84 y 82 años. Viven en Terrassa, en una calle del barrio de Poble Nou-Zona Esportiva. Con ellos dos vive un gato, Rauh. Este miércoles, día 21 de junio, al abrir la puerta de la calle de casa no se dieron cuenta y se les escapó el gato. Cuando al atardecer vieron que no aparecía en ninguna parte, decidieron salir a buscarlo. Resulta pero que unos vecinos vieron al animal y decidieron llamar a la protectora porque lo pasaran a buscar. Rauh fue llevado al Centro de Atención de Animales Domésticos, al camino de Can Coniller, de Terrassa. Mis padres fueron a buscarlo, y la sorpresa fue que les cobraron 200 euros.
Mi queja es que no sé cómo el Ayuntamiento tiene la vergüenza de cobrarte 200 euros para sacar un gato de la protectora. Si a la asociación le faltan fondos para el mantenimiento de la protectora, porque no los pone el Ayuntamiento? Podrían hacer campañas en las redes diciendo que se necesita comida, ropa… lo que sea. Pero lo que no puede ser es que el Ayuntamiento no le aboque los recursos necesarios para mantenerla y después se lo haga pagar del bolsillo a los ciudadanos.
Nadie se tomó la molestia de ver que nuestro gato no era un gato de calle, ni salvaje, era un gato que no había sido abandonado, sino que se había escapado. Hay miles en las calles, y nadie hace nada. Le pusieron, sin nuestro consentimiento, unas vacunas que ya tenía puestas. Y además está esterilizado. Rauh vive con unos abuelos que lo hacen feliz y que ahora tendrán que pagar 200 euros porque el Ayuntamiento no se quiere hacer cargo».


