Hablamos muy a menudo del colesterol, pero ¿sabemos realmente qué es y cómo afecta nuestra salud? El Dr. Carlos Puig, Médico Adjunto del Servicio de Endocrinología y Nutrición y Responsable de la Unidad de Lípidos y Riesgo Vascular del Hospital Universitario Mútua Terrassa, nos ayuda a entender mejor este elemento de nuestro organismo, que puede convertirse en un factor de riesgo cardiovascular si no lo mantenemos controlado.
¿Qué es el colesterol?
El colesterol es una sustancia “grasosa” presente de manera natural en nuestro cuerpo y, de hecho, es esencial para su buen funcionamiento. Lo necesitamos para fabricar sales biliares, hormonas esteroides y para metabolizar vitaminas como, por ejemplo, la vitamina D. También es un componente importante para la arquitectura celular. El problema aparece cuando determinados tipos de colesterol se acumulan en la sangre, ya que esto puede ser perjudicial para la salud cardiovascular.
¿Cuál es la diferencia entre el colesterol bueno y el malo?
Coloquialmente, se habla de colesterol bueno y colesterol malo. El colesterol bueno, conocido como HDL (lipoproteínas de alta densidad), es el que ayuda a limpiar las arterias, haciendo una especie de función de “barrendero” y transportando el colesterol sobrante desde la circulación hasta el hígado para que pueda eliminarse.
En cambio, el colesterol malo o LDL (lipoproteínas de baja densidad) es el que se puede acumular en la pared de las arterias y provocar la formación de placas de ateroma, unas acumulaciones anómalas que pueden dificultar el flujo sanguíneo y derivar en problemas cardiovasculares como infartos o ictus. Por eso, cuando se toman medidas para controlar el colesterol, la diana principal es este colesterol LDL.
¿Cuáles son los niveles recomendables?
No hay una respuesta única porque los niveles ideales dependen del riesgo cardiovascular de cada persona. Un mismo valor puede ser aceptable para alguien sin antecedentes, pero demasiado elevado para alguien con factores de riesgo.
En términos generales, para la población sin factores de riesgo, se recomienda que el colesterol total esté por debajo de los 200 mg/dl, el LDL por debajo de 115 mg/dl y el HDL por encima de 40-50 mg/dl, con pequeñas variaciones según el sexo.
¿Cuáles son los síntomas?
Este es uno de los grandes peligros: el colesterol elevado no provoca síntomas evidentes y actúa como un auténtico “enemigo silencioso”. A menudo, el primer aviso llega cuando ya se ha producido un problema cardiovascular como un infarto o un ictus. La única manera de detectarlo es con un análisis de sangre, y por eso es fundamental realizar controles periódicos, sobre todo a partir de cierta edad o si tenemos factores de riesgo.
¿Se puede revertir? ¿Siempre se necesita medicación?
En muchos casos se puede mejorar con cambios en la alimentación, más ejercicio físico y un estilo de vida saludable. No siempre se necesita medicación, pero esto dependerá de los niveles iniciales y del riesgo cardiovascular global. En personas con un riesgo bajo o moderado, a menudo se puede corregir sin fármacos. Pero cuando el riesgo es elevado o los niveles de colesterol son muy altos, los cambios de hábitos pueden no ser suficientes y será necesario iniciar tratamiento farmacológico.
Lo más importante es personalizar la estrategia y consensuarla con el profesional sanitario. No debemos olvidar que controlar el colesterol puede salvar vidas.