En todas las fiestas y grandes celebraciones hay una parte colectiva y una personal. Hay tantas maneras de vivir la Navidad como personas, pero también hay una manera compartida de entender la Navidad, desde los valores, las tradiciones y la identidad que explican quiénes somos como ciudad.
Aquí es donde se sitúa la tarea que hacemos desde el Ayuntamiento para perfilar año tras año un modelo navideño en el cual todos puedan reconocerse, que sea participativo, abierto y que aporte vitalidad y alegría a la ciudad.
En el diseño de cada edición de las fiestas navideñas buscamos, entonces, un equilibrio entre tradición e innovación, pero priorizando siempre un valor clave: la autenticidad. Creemos que deben ser unas celebraciones auténticas y no un concurso de espectáculos de luz o de marketing de parque de atracciones.
Esto implica que deben ser festivas, que deben tener vida, color, música, que deben invitar a salir a la calle, que deben contribuir a dinamizar el comercio, que debe haber espacios para la solidaridad, para incluir actividades para todos los públicos, con sensibilidad, con sostenibilidad, con terrassenquisme…
Y hablar de terrassenquisme es, sin duda, hablar del paje Xiu-Xiu. Este año hará 75 años que nos visita cada Navidad, del 26 de diciembre hasta el día después de Reyes, cuando la ciudad vuelve a la normalidad… El paje Hassim Jezzabel o Xiu-Xiu es quien susurra a los oídos de Sus Majestades los Reyes Magos los nombres de los niños que se portan bien o no, y también se encarga de recoger las cartas donde los niños y niñas escriben sus deseos para la noche de Reyes. A lo largo del año 2026 tendremos ocasión de celebrar este aniversario y de reflexionar sobre cómo podemos fortalecer el carácter terrassense de estas fiestas alrededor del hilo conductor del Xiu-Xiu, un personaje único, que aporta singularidad y autenticidad a nuestras fiestas…
La misma autenticidad la encontramos en el patrimonio industrial y modernista abierto a actividades navideñas, y muy especialmente en antiguos vapores (el espectacular Vapor Ros o el Vapor Prodis, entre otros) o en las chimeneas iluminadas por Navidad. Este extraordinario paisaje urbano, que conserva muchos tesoros de nuestro pasado, es también un magnífico fundamento para un modelo propio con una gran personalidad y singularidad.
La proximidad, la inclusión y la autenticidad son los tres valores de referencia para un programa festivo lleno de propuestas, un reflejo de la diversidad de la ciudad, pero también de aquellos valores que nos unen y de tradiciones que son las raíces de nuestra identidad. Queremos que sea Navidad en todos los distritos y ejes de la ciudad, que la Navidad llegue a todos. Uno de mis compromisos más destacados es trabajar para hacer de Terrassa una sola ciudad, sin barreras, y debe ser así también por Navidad, sin duda. Por esta razón planteamos un programa de actividades navideñas hecho con el corazón, con un corazón muy terrassense, y pensando en toda clase de personas, necesidades y sensibilidades. Una fiesta que lleve la magia y la alegría a todos.
Esto significa, también, trabajar para situar progresivamente las fiestas del ciclo navideño en el lugar que les corresponde dentro del calendario festivo de la ciudad. En los últimos años, desde el Ayuntamiento hemos ido dando cada vez más relieve a la Navidad como gran fiesta de ciudad, una gran fiesta de invierno, situándola en lo que podríamos definir, para entendernos, como la «primera división» terrassense, donde tendríamos claramente el Festival de Jazz y la Feria Modernista, en primavera, o la Fiesta Mayor, en verano. Por supuesto, tenemos muchísimas citas más, a lo largo del año, y de primer nivel, y de lo que se trata es de situarlas y dimensionarlas, así como de favorecer que haya sinergias entre todas ellas.
Ahora es el momento, con las calles iluminadas y toda la ciudad que ya se va vistiendo de fiesta, de vivir unas semanas llenas de emociones, de encuentros, de propuestas de toda índole, que nos invitan a celebrar la vida que compartimos, a preservar las tradiciones sin renunciar a la modernidad y a la diversidad y, muy especialmente, a disfrutar de todo aquello que nos une: la bondad, la generosidad, la solidaridad o la esperanza en un futuro mejor. Aquella magia, tan terrassense, tan catalana y tan universal, que nos hace mejores personas y mejor ciudad, mientras el paje Xiu-Xiu nos dice al oído que si seguimos sus huellas, encontraremos un camino muy terrassense y lleno de oportunidades…

