Este 2025 se cumplen 86 años desde que las tropas franquistas entraron en Terrassa. Los historiadores locales coinciden en afirmar que su llegada fue más un relevo en el poder que una operación militar. El bombardeo de unos días antes y el sonido de la artillería constituyen los hechos del conflicto bélico en la capital del Vallès Occidental, donde se estrelló un avión alemán. Era el inicio de 40 años de oscuridad, de franquismo, de represión, de falta de libertades y de ataques al catalán. Hasta en cinco ocasiones el dictador español, muerto un 20 de noviembre, estuvo en nuestra ciudad ya fuera para recibir la Medalla de Honor o para mostrar su condolencia a las víctimas de la riada de septiembre de 1962.

Sin resistencia
Las fuerzas «nacionales» se puede decir que no encontraron resistencia en las calles de la antigua villa cuando la guerra ya estaba en sus últimos momentos. La ocupación se hizo el 26 de enero de 1939, el mismo día que en Barcelona, un día después que en Castellbisbal, 24 horas antes que en Sabadell. A partir de entonces, el éxodo republicano se multiplicó y el exilio fue la única salida. Ya unos días antes del 23 de enero quedaban en Terrassa pocos líderes de la República.
Con la llegada de las tropas franquistas, comenzó el ritual de la llamada «liberación», y se nombra un alcalde, Josep Homs, de marcado carácter salista -derecha pura y dura de raíz terrassense que en cierta forma aún domina algunos espacios de la ciudad- encargado de hacer funcionar la administración.
El 26 de enero de 1939 Terrassa fue ocupada por el ejército fascista y comenzó una época de 40 años de dictadura y terror. Lo que queda del Monumento a los Caídos de la plaza del Doctor Robert se encuentra hoy en el cementerio municipal de Can Torrella. La obra se inauguró el 24 de enero de 1944, durante el quinto aniversario de la entrada de las tropas. El conjunto monumental era obra de los terrassenses Frederic Viñals (arquitecto) y Jaume Bazin (escultor).
Simbología franquista guardada en el Museo de Terrassa
Buena parte de los objetos con simbología franquista que había en calles, entidades e instituciones de Terrassa permanecen vivos en los fondos del Museo de Terrassa. Hay muchos. Y la ciudad también tiene una conexión especial con el Valle de los Caídos. Un terrassense tiene una gran obra en el monumento, de 40 metros de diámetro y 42 de altura. El mosaico de la Cúpula es del artista Santiago Padrós.
