¿Qué responsabilidad tienen los familiares de los asesinos y colaboradores del franquismo? ¿Hasta qué punto sus familias heredan sus crímenes? Estas eran algunas de las preguntas que la conversación «Entre desobedientes» quería responder. La charla, organizada en conmemoración de los 50 años del fin del franquismo y celebrada este pasado martes en la Nova Jazz Cava, contó con dos familiares de policías que ayudaron a la represión y persecución de republicanos en el extranjero.
Por un lado, Loreto Urraca, nieta de Pedro Urraca, el llamado ‘cazador de rojos’, que colaboró con la Gestapo en Francia para perseguir republicanos exiliados, entre ellos el presidente Companys. Por otro lado, también participó Tomás Gil, hijo de Juan Gil, comisario franquista implicado en la detención y tortura de Salvador Puig Antich. La conversación fue moderada por Isabel Alonso, historiadora y miembro de la asociación catalana de personas ex-presas políticas del franquismo.
En el caso de ambos protagonistas, ellos nunca conocieron de primera mano los crímenes de sus familiares y lo descubrieron posteriormente mediante terceras personas. Para Tomás Gil, él afirma recordar conversaciones de su padre explicando su vinculación con el asesinato de Salvador Puig Antich y la persecución de otros políticos republicanos. Aún así, explica que, gracias a un profesor de derecho constitucional y un libro de Jordi Panyella sobre la muerte de Puig Antich, inició un proceso de reflexión que lo llevó, finalmente, a condenar públicamente a su padre.
Por su parte, Urraca desconocía la relación de su abuelo con la Gestapo en Francia. En el año 2008, años después de la muerte de Pedro Urraca, Loreto Urraca descubrió la verdad de su familiar a través de un artículo de El País, titulado ‘Pedro Urraca, Cazador de Rojos’. En este sentido, explica que para ella supuso «una vergüenza terrible» y «difícil de asimilar». En su caso, decidió investigar más sobre las actuaciones de su abuelo y publicó el libro ‘Entre Hienas’, donde volcó toda la información que descubrió.
La importancia de «desobedecer» y denunciar los crímenes de los familiares
El concepto de desobediente, proviene de ‘Historias Desobedientes. Familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia‘, un movimiento con fuerte presencia en varios países latinoamericanos (Chile, Brasil o Argentina, donde se originó en 2017) y también en nuestro país, integrado por familiares de genocidas, torturadores, etc.
Tanto Loreto como Gil también forman parte de este grupo de personas «desobedientes» que han decidido denunciar públicamente los crímenes que cometieron sus familiares. Aunque, Tomás Gil cree que con esta decisión «nosotros hemos optado por la dignidad», pero critica que muchos familiares de genocidas y asesinos en todo el mundo «han optado por el silencio». «Nosotros, sin embargo, no queremos olvidar», añade. Por su parte, Loreto Urraca afirma que su «desobediencia» viene de «romper con la tradición cristiana de heredar la culpa de los padres». «Queremos romper con esta tradición maldita y dignificar nuestro apellido», manifiesta.