El grupo de teatro Tàndem de Santa Perpètua de Mogoda presenta en el 51º Premio Ciutat de Terrassa una adaptación sui generis de la obra de Carlo Goldoni El criado de dos amos (1745), con un reparto compuesto solo por mujeres y donde se deja de lado la combinación perfecta de intereses comerciales de los padres y la trama amorosa de los hijos, Clarisa y Silvio; para centrarse en las acciones para recuperar unas monedas y las artimañas de una sirvienta, que se las ingenia todas para comer y recibir un mínimo salario.
La historia comienza con esta criada que busca ama, Truffaldina (Laia Sabata). Cuando se da cuenta de que la primera que encuentra, Beatrice Angelucci (Gemma Abasolo), es poco generosa; acepta trabajar también para una segunda, Florinda Angelucci (Jana Oller). Las dos señoras son hermanas y han viajado de Turín a Venecia por separado, deseosas de recuperar las monedas de su familia, tras la muerte de su progenitora. Resulta bastante chocante que se mencione la muerte por espada de la madre, Sofia Angelucci, a manos de Beatrice sin más explicaciones; aunque es cierto que en el original de Goldoni el crimen encajaba con la cultura del duelo y de matar en nombre del amor y el honor.

La obra parte del principio de enredos que se complican, de muertos que están vivos y vivos que están muertos. En la primera escena conocemos a Isabella (Berta Humet), una ingenua que se cree experta en antigüedades y que ha comprado las monedas de la familia Angelucci. Ni ella ni Pulcinella (Irene Benito), su criada, explotan la comicidad de sus personajes. Sin embargo, cuando Pulcinella hace de vendedora ambulante armenia o de uno de los chefs del hostal se percibe el juego de la comedia. Hay dos personajes poco desarrollados, que generan un compás ralentizado; la respetable señora Doralice (Patrícia Sance), comerciante y mediadora en el conflicto de intereses por la propiedad de las monedas; y la hostelera Brighella (Laura Bernabeu).
La trama avanza muy lentamente, sin gags de risa, a pesar de las identidades equivocadas, los disfraces, los errores de comunicación y unas enamoradas «poco enamoradas», Truffaldina y Pulcinella. El crescendo finalmente llega con el almuerzo en el hostal, con el clásico de puertas y malentendidos, y con cuatro cocineros que visten con la misma indumentaria, llevan la misma máscara y que intentan hacer una misma coreografía, pero solo uno la ejecuta con cierta gestualidad que recuerda a un zanni, Irene Benito.

Truffaldina se desenvuelve en algunos divertimentos. Sin embargo, la mejor propuesta de la dirección es el inesperado giro de guion, con Beatrice liderando la ruptura de la cuarta pared con música, baile y palabras italianas.
En cuanto a la escenografía, cabe destacar la elección del bastidor de madera como fondo para crear los diversos espacios, con un mobiliario móvil que agiliza los cambios. Se aplaude también la música en directo con Rut Aracil y Noa Recuero.
Y la semana que viene, 23 de marzo a las 18:00 h, tendremos en concurso M’esperaràs de Carles Alberola.

