Un artículo de opinión de Jordi Flores, exconcejal de Cultura, Imagen, Comunicación y Prensa del Ayuntamiento de Terrassa.
Este fin de semana he tenido el placer de ver «Núremberg» en el Cinema Catalunya de Terrassa, un espacio que, una vez más, vuelve a brillar por su extraordinaria programación que nunca falla.
La película no es solo un drama histórico; es una experiencia intensa y profundamente conmovedora que nos confronta directamente con la naturaleza de la maldad humana. Se centra en el punzante duelo psicológico entre el psiquiatra Douglas Kelley y el criminal de guerra nazi Hermann Göring, una confrontación que es, sin duda, el corazón narrativo del film.
La actuación de Russell Crowe como Göring es el pilar indiscutible y el alma de la cinta. Es una auténtica bestia interpretativa, que domina cada escena con una presencia abrumadora y una inteligencia artística e interpretativa total. El director lo favorece con una gran cantidad de primerísimos planos que captan cada matiz, cada imperfección de su piel ampliada, cada sonrisa sarcástica y cada sombra de astucia retorcida, que hacen que su trabajo sea absolutamente sublime. Es fascinante y aterrador a la vez, una lección magistral de cómo encarnar el mal incrustado en la especie humana.
Desafortunadamente, su antagonista, el Dr. Kelley interpretado por Rami Malek, me pareció la parte más débil del duelo. Creo que su actuación fue, sencillamente, sobreactuada, como he podido leer en la pluma de otros críticos con los que estoy completamente de acuerdo. No consigue transmitir la contención ni el peso emocional que requería un psiquiatra obligado a lidiar con la maldad pura. El equilibrio del cara a cara se resiente por esta falta de sutileza. Me hubiera gustado ver en su lugar una interpretación más contenida, o quizás más sutilmente amenazadora, de alguien más maduro como Brad Pitt, Tom Cruise o más introspectivo como Timothy Chalamet. En el arte de la interpretación, menos es más.
Pero lo que realmente convierte a «Núremberg» en una película absolutamente esencial es su honestidad histórica. En varios momentos, el film incluye imágenes explícitas reales, las más crudas y aterradoras de los campos de exterminio nazi. Estas escenas parecen incluidas expresamente, con toda su ignominia, para sacudir al espectador. Son un golpe en el estómago, necesario y valiente, que nos obliga a mirar al pasado de frente.
El mensaje parece claro y vital: es necesario que las nuevas generaciones no olviden lo que pueden comportar los regímenes absolutistas. En un momento en que cada vez más jóvenes opinan abiertamente que no les importaría vivir en una dictadura, estas secuencias son un recordatorio necesario, ineludible y aterrador del horror que se vivió.
«Núremberg» es una obra a tener en cuenta en cuanto a la interpretación histórica y una lección de memoria colectiva. Una película que debes ver y que no te dejará indiferente después de haber abandonado la sala del Cinema Catalunya. Le otorgo la etiqueta de ¡MUY RECOMENDABLE!

