En Terrassa tenemos la casa natal de un abad de Montserrat. La ciudad lo considera un de sus personajes más ilustres, y con toda la razón del mundo. Hablamos de Antoni Maria Marcet (Terrassa, 1878 — Montserrat, 1946), un monje benedictino que fue particularmente importante en la historia del monasterio situado en medio de la montaña más mágica y mítica de Cataluña. En muchos aspectos.
Una placa en la calle indica la casa donde nació
En Terrassa queda su casa natal -con una placa que así lo indica, ubicada en la calle del Vall, en pleno centro urbano- y una avenida dedicada a su nombre en la zona norte del término municipal.
Su cuerpo reposa a la cripta de la basílica montserratina, en un sarcófago esculpido por el reconocido maestro Joan Rebull (1951).
Una avenida que todo el mundo conoce
El Abad Marcet -dicho así seguro que a todo el mundo que ahora lee le viene a la cabeza una avenida de las más relevantes de la capital del Vallès Occidental- hizo importantes obras en la basílica y en el monasterio, mejoró las comunicaciones con la Abadía -difíciles por la especial orografía-, impulsó la biblioteca, adquirió obras de arte que se incorporaron al patrimonio artístico de Montserrat, apoyó al Congreso Litúrgico (1915), impulsó también los estudios bíblicos con el gran investigador que fue el padre Bonaventura Ubach, y un gran etcétera más.
Un gran impulsor del catalán
Promovió el uso del catalán tanto como lengua de relación dentro del monasterio de Montserra y como en la consideración del catalán como lengua de cultura habitual. También inauguró los museos montserratins y restauró la iglesia románica de Santa Cecília. En conjunto, podemos decir que este egarense situó el Monasterio de Montserrat como un centro de espiritualidad cristiana en el panorama europeo. y hoy continúa siendo lugar de peregrinatge de centenares de miles de personas.