El 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, es un recordatorio urgente de que la lucha feminista sigue siendo imprescindible. Y es también un momento para iluminar aquello que a menudo queda invisibilizado: la violencia institucional machista.
El feminismo ha sido clave para transformar conciencias y visibilizar formas de violencia que habían sido naturalizadas. La Ley catalana de violencia machista de 2008 y su reforma de 2020 —impulsada por En Comú Podem— ampliaron la protección reconociendo nuevas violencias, como la institucional, la digital, la ambiental o la obstétrica, e incorporando la perspectiva interseccional.
Pero estos avances no están garantizados. En diferentes territorios del Estado, donde gobiernan fuerzas que desprecian los derechos de las mujeres, se han puesto en riesgo derechos reproductivos y servicios esenciales: desde las dificultades para acceder al aborto en Castilla y León hasta la mala gestión de las pruebas de cáncer de mama en Andalucía. No es casualidad: recortes, privatizaciones y discursos contra la igualdad erosionan derechos fundamentales.
En este contexto, es necesario mirar de frente la violencia institucional. El Observatorio de la Violencia Institucional Machista, creado en 2024, ha sido clave para visibilizarla. Hablamos de aquella violencia que se produce cuando juzgados, policías, servicios sociales o sanitarios actúan sin perspectiva de género o sin garantizar una atención adecuada, generando revictimización y vulnerando derechos básicos. Es una de las formas más dolorosas porque proviene de las instituciones que deberían proteger a las mujeres.
Para avanzar hacia instituciones realmente feministas se necesita formación especializada, circuitos de atención que funcionen, mirada intercultural, acceso garantizado a vivienda y empleo para mujeres en situación de violencia, y trabajar también las masculinidades, porque la prevención es responsabilidad de todos.
El 25N nos recuerda que no basta con condenar la violencia machista: hay que asegurar que ninguna mujer tenga que luchar contra el agresor y, además, contra el sistema. Terrassa debe ser un espacio seguro, justo e igualitario para todas, por eso participaremos en la marcha hacia los Juzgados el 25N a las 10h.
